“No son las formas”: a propósito de la intervención de Martí por las feministas iconoclastas en México

Karla Leyva, feminista marxista mexicana.

Tras la movilización en México por la conmemoración del Día internacional de la mujer, el pasado 8 de marzo, circuló en redes la fotografía de una escultura monumental de José Martí manchada de pintura rosa; la imagen ha provocado reacciones de todo tipo, y revive por enésima ocasión el debate de “las formas”, es decir, de lo que se considera válido o legítimo (y lo que no) como mecanismo de protesta ante el descontento social, producto de las condiciones de precarización económica, violencia y alta vulnerabilidad que caracterizan al capitalismo neoliberal, cuyos crueles efectos se dejan sentir en la región.

En el caso de México, el aumento del narcotráfico y la consolidación de la industria de la trata de mujeres, en articulación con una institución militar corrompida y los grupos paramilitares, configuraron un escenario de bélico contra la población civil que ha tomado a las mujeres como botín de guerra [1]; a ello hay que adicionar un contexto cultural caracterizado por la reivindicación del machismo, lo que ha resultado en el incremento de los crímenes contra mujeres, que maneja cifras que no tienen comparación con ningún otro país de la región: primer lugar de la OCDE en abuso infantil con más de 5.4 millones de casos al año; primer lugar mundial en difusión de pornografía infantil con más de 12 mil cuentas dedicadas a ese fin [2]; 3 de cada 10 mexicanas padecieron abuso sexual en 2019 [3], y la estadística de feminicidios ya supera los diez por día [4] (Senado de la República, 2019; Forbes con base en INEGI, 2020; El Economista con base en INEGI, 2021). En ese contexto, las acciones emprendidas por el movimiento feminista para hacerle frente a la violencia exacerbada, que cuenta a las mujeres más pobres y vulnerables entre la mayoría de sus víctimas, poseen completa legitimidad.

Establecido lo anterior, vale la pena cuestionarse la validez de dichas acciones. En México existe un gran abanico de estrategias que comprenden desde la denuncia pública en redes sociales, pasando por la construcción de espacios de reflexión colectiva y acompañamiento a víctimas de violencia, hasta la llamada “acción directa”, que resulta la más controvertida dado que implica la intervención del espacio físico a través de múltiples mecanismos, entre ellos la “iconoclasia”. La iconoclasia se refiere al conjunto de acciones dirigidas a desacralizar los monumentos históricos y hacer de ellos un medio para la propagación del mensaje de la protesta, reinterpretándolos para hacerlos parte de la lucha.

Aquí es oportuno retomar el caso de la escultura de Martí; dicha escultura se ubica en un lugar en que pasa prácticamente inadvertida por quienes habitan cotidianamente ese espacio, donde predomina el comercio ambulante y el narcomenudeo, reducida al papel de mingitorio de los parroquianos habituales. El pasado ocho de marzo el monumento fue reapropiado por la movilización feminista y se convirtió en vehículo de su mensaje, dando visibilidad tanto a la narrativa de lucha de las mujeres como a esa representación del prócer cubano que jugó un papel de manera simbólica, como lo ha hecho en múltiples ocasiones a lo largo de los años, en las luchas que reivindican la liberación de las y los humildes. En contraposición con quienes afirman que la figura de Martí ha sido objeto de una vejación, se reivindica la reapropiación del símbolo, que pasa de ser un objeto pasivo, intrascendente y ajeno en lo cotidiano, a convertirse en un elemento activo y relevante en la protesta. Martí decía “El aldeano vanidoso piensa que el mundo entero es su aldea”, crítica válida para quienes se esfuerzan en constreñir la complejidad de los fenómenos sociales a marcos inflexibles de interpretación, en un momento que requiere amplitud de miras para comprender la movilización que tenemos enfrente.

Finalmente, hay que reflexionar sobre la efectividad de las acciones, porque una cosa es reconocer su carácter válido y legítimo, y otra distinta asumir que, porque son legítimas y válidas, son acciones efectivas. La crítica fundamental a la “acción directa” descansa en su carácter individualista al tratarse de acciones decididas unilateralmente por quien las ejecuta, que no se enfocan en la construcción de consensos colectivos y que tienden al desgaste de la movilización; si bien son llevadas adelante por numerosas individualidades, no existe un diálogo entre ellas para articularse en un horizonte de lucha más amplio y todo queda en la catarsis del momento, limitando con ello el impacto de la movilización, además de hacer al movimiento fácilmente infiltrable por grupos de derecha que ansían regresar al poder y que ven en la “acción directa” la ocasión para desprestigiar a sus adversarios políticos.

Aproximarse críticamente a “las formas” que toma la protesta feminista en México implica reconocer, por un lado, su efectividad en momentos específicos al romper la normalidad e irrumpir en el espacio público, posicionando la lucha contra la violencia de género en el centro de la agenda política nacional; y por otro, ser conscientes de sus límites al abusar del recurso “prender fuego todo”, lo que genera polarización con un amplio sector de la sociedad mexicana que ya no centra su atención en la situación de violencia que padecen las mujeres, sino en el cuestionamiento de las formas en que se reclama justicia. Ello impide que esos sectores comprendan el feminismo y abracen la causa, con lo cual el movimiento se vería fortalecido.

El movimiento feminista transita un interesante proceso de desarrollo en el México de la llamada “Cuarta transformación” impulsada por el actual presidente; pasar de la rabia desbocada a la organización es una tarea en construcción, las formas y discursos que adopta el movimiento corresponden a su etapa de desarrollo actual. Los movimientos sociales son lo que son, no lo que quisiéramos que sean, podemos cuestionar la efectividad de sus formas, pero lo que es innegable es que se trata de un movimiento necesario, no solo para la emancipación de las mujeres, sino para allanar el camino de la liberación de la humanidad entera.



  1. Segato, R. (2014), Las nuevas formas de la guerra y el cuerpo de las mujeres, “Sociedad y Estado”, vol. 29, no. 2, Brasilia, mayo-agosto. Disponible en: https://www.scielo.br/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0102-69922014000200003
  2. Senado de la República (2019). “México, primer lugar en abuso sexual infantil”, Boletín 2136. Disponible en: http://comunicacion.senado.gob.mx/index.php/informacion/boletines/45796-mexico-primer-lugar-en-abuso-sexual-infantil.html  
  3. Forbes con base en INEGI (2020). Disponible en: https://www.forbes.com.mx/3-de-cada-10-mexicanas-padecieron-violencia-sexual-en-la-segunda-mitad-de-2019/
  4. El Economista con base en INEGI (2021). Disponible en: https://www.eleconomista.com.mx/politica/Solo-en-los-primeros-seis-meses-del-2020-fueron-asesinadas-1844-mujeres-en-Mexico-Inegi-20210213-0002.html