No les pidas nada

 

Entrevista al revolucionario argentino Raúl Castells

Por: Lisbeth Moya González



Éramos miles de estudiantes formados en filas con cañones apuntándonos. Cuando entraba alguien al estadio, dedicaban un par de minutos para molerle a palos. Entrábamos gateando, arrastrándonos o desmayados. Yo tenía 19 años y me tocó justo antes que a Víctor Jara. Pedí clemencia, “no me peguen más”-decía-  Jara solo me gritó, “no les pidas nada, no les pidas nada”. No lo volví a ver. Supe que lo mataron tres o cuatro días después y que cantó bien alto sus canciones aunque le quebraran las manos a culatazos y lo torturaran. No lo fusilaron, lo mataron a golpes, que nadie cuente otra historia. 

El 11 de septiembre de 1973, cuando empieza el golpe en Chile, nos separan del resto de los estudiantes que defendían la universidad porque asumían que como éramos extranjeros, contra nosotros habría una mayor inquina. Por eso nos llevaron a la sala del rector con unos treinta o cuarenta profesores. Ya el 12 de septiembre, al mediodía, entraron los militares tiroteando todo y nos sacaron de allí. Primero nos llevaron presos para el Estadio Chile

Allí había alrededor de 5000 o 6000 personas y terminaron metiéndonos en la cancha de fútbol. Los extranjeros éramos prisioneros políticos y estábamos junto a los dirigentes y personas de mayor interés en el vestuario del lugar. El estadio estaba tan lleno de gente que no había espacio para estirar las piernas. Estuvimos apilados en aquellos bancos, medio moribundos y sin comer ni beber nada, durante una semana. Fueron tantas escenas de horror que me duele recordar. No recuerdo cuánto tiempo pasó, solo que en algún momento nos llevaron a la embajada argentina y logramos retornar.

 

Estadio Nacional de Chile, septiembre de 1973


Fui voluntario del gobierno de la Unidad Popular en Chile, aunque pertenecía al PST argentino, mi tarea en la Universidad Tecnológica del Estado era contribuir con las Juntas de Distribución Directa, es decir, a través de nosotros se distribuía directamente en los barrios el producto de las fábricas o los campos, porque había mucho acopio de los comerciantes y las empresas, que causaba desabastecimiento.

Cuando se cumplía el 3er aniversario de la toma de poder de Allende, el 4 de septiembre de 1973, marchábamos con una columna y regresábamos para incorporarnos a otra y volver a pasar por su palco, porque queríamos oír qué cantaban y qué decían. Se me quedó grabado que las columnas del MIR cantaban algo como: “Marino flagelado el pueblo está a tu lado”. Un grupo de 43 oficiales de la armada con un sargento que se llamaba Cárdenas al frente había denunciado que los oficiales estaban preparando un golpe de estado y los propios oficiales los mantenían en prisión. Mientras, el gobierno de Allende no hacía nada por liberarlos. Entonces, a modo de protesta, las columnas del MIR cantaban esa canción en la marcha. 

El MIR durante la Unidad Popular l



No existe vía pacífica al socialismo. De todos los sectores de izquierda que habían en Chile, el que tenía razón era el MIR que era muy atacado por el Partido Comunista chileno, por la postura que tenían. Es por eso que un cantante cubano muy famoso le dedica una canción a Miguel Enríquez cuando supo la noticia de su muerte. Nunca olvidaré esa canción de Pablo Milanés que dice: “Yo pisaré las calles nuevamente de lo que fue Santiago ensangrentada”-canta llorando, vía telefónica-. 

Lo más doloroso es que cuando vuelvo a la Argentina con 19 años cuento lo que había visto en Chile y el Partido Comunista decía que yo estaba mintiendo. Era un niño que había quedado muy mal físicamente por las torturas en aquel campo de concentración y yo no entendía nada. Yo lo había vivido, las marcas estaban en mí, no hablaba como un teórico marxista, sino como un testigo que había salido de un holocausto. 

Raúl Castells tiene 66 años. Ha militado durante medio siglo en el Partido Socialista de los Trabajadores, en Argentina, ha estado preso alrededor de seis años a lo largo de su vida y ha vivido 18 años bajo dictaduras militares. Recientemente fue encarcelado por impedir la salida de los camiones municipales en El Chaco en forma de protesta, reclamando mejoras salariales para los trabajadores. Tuvo que cumplir prisión domiciliaria desde el 11 de septiembre hasta el 23 de octubre de 2020

Con deciséis años ingresé al Partido Socialista de los Trabajadores de Argentina que se vindica trotskista. Llego al trotskismo porque me había golpeado mucho la invasión a Checoslovaquia de 1968. Yo tenía 15 años y ver cómo los tanques rusos le pasan por encima a un joven como Jan Palach despertó en mí un sentimiento profundamente antiruso, me generó incluso odio. Cuando conocí a compañeros del PST que venía de dividirse, pues un sector fue para la lucha armada y otro se planteó la lucha desde las masas, pero sin ir a la guerrilla, no dudé en unirme a esta última sección. 

Memorial a Jan Palach



La primera vez que caí preso fue en 23 de agosto de 1972, durante la dictadura argentina. Habían fusilado a 16 presos políticos y seis habían conseguido escapar en un avión hasta Chile y luego a Cuba, pero el resto no. Yo estaba repartiendo volantes por ese tema, hace 48 años y me encerraron. Logré salir porque era muy joven y no tenía antecedentes. Además, andaba con la ropa de obrero, que en esa época era una forma de despistar a los militares para sobrevivir. 

Ya en en 1976 ocurre el golpe de la dictadura militar y la historia se me repetía. Se quemaron miles de libros, desde “El principito” hasta cualquier texto científico que incitara al razonamiento lógico. Fueron siete años más de dictadura militar que terminaron gracias a la lucha del pueblo. Cuando finaliza ese periodo sigo militando en las corrientes trotskistas, en las luchas cotidianas. Ejercí la enfermería en esta etapa. 

Luego, viene el periodo democrático en 1983 y logramos militar “más tranquilamente”, pero con la caída del muro de Berlín la continuación del PST termina estallando y se forman varios partidos y tendencias que atentaron contra la unidad de la izquierda. Fue un momento de dispersión masiva en que hasta los trotskistas lloraron  la caída de la URSS. Cuando volví de Chile comencé a trabajar en fábricas papeleras y desde allí fui delegado gremial. En 1975, durante la dictadura militar aprendí enfermería y ya después trabajé en los hospitales de 1983 en adelante. 

Ya en 1989, fundamos nuestro propio movimiento: el Movimiento Independiente de Jubilados y Desocupados, teniendo en cuenta que Argentina tiene aproximadamente 7 millones de jubilados y 4 millones de desocupados. Allí empezó a gestarse lo que después se conocería internacionalmente como “Los Piqueteros”. Fuimos los primeros que comenzamos a cortar rutas como forma de protesta en 1991, hasta que en 1993 fundamos el Movimiento Izquierda Juventud. Al principio éramos 5 compañeros y 27 años despúes somos alrededor de 30 mil. El movimiento mantiene sus siglas pero actualmente se llama Movimiento Izquierda Juventud y Dignidad. 

Raúl Castells pertenece al Movimiento de Izquierda Juventud Dignidad (MIJD), un partido político, una universidad y una red social  que atiende de manera simultánea los problemas del pueblo argentino. La organización está integrada a la Central de Trabajadores de la Argentina y posee una red de comedores comunitarios, que ha estado activa durante la pandemia por Coronavirus. Dicha red constituye el 11 porciento de todos los comedores que existen en el país, con 45 mil concurrentes diarios. 

No pactar con la burguesía

Respecto al tema de los Kirchner, cuando ellos toman el poder nos ofrecen cargos, pero ya habíamos visto su mandato en Santa Cruz durante unos veinte años y no nos resultaba covincente la forma en que actuaban. Por eso mantuvimos nuestra independencia y ellos se ofendieron mucho, al punto de apresar en 2004 y 2005 a cinco de los miembros de nuestra dirección nacional. Yo estaba entre ellos y tuve que hacer huelgas de hambre de 41 y 60 días para quedar en libertad. 



El MIJD no apoyaba a los opositores, solamente quería ser independiente y no ocupar cargos en el estado bajo esas condiciones. Nuestra concepción del poder del estado está dada por un gobierno obrero y popular de concepción socialista que no incluía pactar con la burguesía, ni contentarnos con los cargos que esta pudiera ofrecernos durante un mandato. El modelo a seguir siempre fue la Revolución cubana, incusive hoy. 

No planteamos el tema de la guerrilla y la lucha armada, pero sí la lucha de masas para llegar al poder. Si los burgueses tienen el poder, no queremos puestos en un gobierno capitalista. El reformismo y el parlamentarismo son enemigos del marxismo y la revolución, lo cual no quiere decir que no nos presentemos a elecciones. Yo mismo fui candidato a Presidente de la nación cuando ganó Cristina Kichner. Nuestra lucha es por el socialismo, por un gobierno obrero y popular, tal y como hizo la Revolución cubana, e inclusive hoy, por más críticas que se le hagan, prestamos mucha atención a cómo se manejan con los cuentapropistas y seguimos estudiando atentamente ese modelo económico.



Raúl Castells me hizo llorar de muchas maneras: de orgullo, de rabia, de esperanza, de impotencia. Conversar con la historia misma es una oportunidad que pocos tienen, una oportunidad que me llegó de la voz de un amigo, compañero de lucha y espíritu, pero ante todo de uno de los pocos hombres libres que he conocido.

Le voy a contar un sueño que he tenido durante cinco décadas y no he podido cumplir. Yo sueño con ir a Cuba. Siempre soñé con bajar del avión y besar el suelo de Cuba, con sentir al Che y a Fidel como padres, como hermanos. Que ninguna de las mujeres que quise y he amado se vaya a ofender, pero a quienes más he querido en la vida ha sido a Fidel y al Che. 

-Yo soy de Santa Clara, la ciudad en que están los restos del Che. Le prometo que cuando regrese a mi casa iré a su mausoleo con una flor y le diré: “Guevara, esta flor se la manda Raúl desde Argentina”. 

-No se olvide de esa promesa, por favor. 

- De verdad que no, usted me ha tocado el corazón. Lo único que quiero es que cuide su salud para que venga personalmente a visitar al Che y a Fidel. Estamos a tiempo de cumplir ese sueño. ¿Puede ser?

- Le prometo cuidarme hasta donde la lucha me lo permita. Nos vamos a morir como hemos vivido, porque como nos han venido a convidar a tanta mierda, “yo me muero como viví”.