Un pensamiento socialista en Cuba, tiene que ser, como en todos los demás países: ecosocialista y epicúreo.
Por Eteocles
Es sabido por todos los seres racionales que el cambio climático es el problema más importante que afronta la humanidad como especie, en particular de cara a un futuro que está muy comprometido en ese aspecto. Y esto no es poco decir, sabiendo que vivimos en un momento de polarización política, pos-verdad, manipulaciones mediáticas y pobreza extrema, entre otros rasgos definidores.
El cambio climático es
una cuestión realmente alarmante, tanto es así que muchos ecologistas han
expresado con reiteración que llevamos 40 o 50 años de retraso en la toma de
medidas pertinentes. Desde 1980 el hombre produce, consume y desecha más rápido
de lo que el planeta puede regenerarse, y cada vez son mayores los volúmenes de
materia desechable de todo tipo que son lanzados a la biosfera de manera
irresponsable.
Jorge Riechmann, filósofo
español, ha hecho énfasis en que las teorías tecno-utópicas, que pregonan que
todo lo que estamos haciendo no tiene por qué preocupar, pues las tecnologías
que están por venir lo resolverán todo, no son más que una excusa para no
atender el problema. Es falso que un aumento en la eficiencia de nuestras
tecnologías vaya a resolver el cambio climático, en muchos casos los puede
aliviar, pero nunca eliminar, e incluso, a veces ocurre lo contrario, un
aumento de la eficiencia reduce los contaminantes de manera relativa, pero los
aumenta absolutamente. Esto es lo que se llama Efecto Jevons, al disminuir los costes en la producción puede
disminuir la cantidad de materiales contaminantes por unidad de producto, pero
al ser más eficiente la producción el precio disminuye, y aumenta la demanda,
entonces la disminución por eficiencia se compensa por un aumento cuantitativo
del consumo.
Yendo al grano, el
cambio climático solo se podrá detener con una gestión de la demanda, lo que
Riechmann llama el principio de autolimitación, esto es: disminuir el consumo.
Es imposible mantener el consumo que tienen las naciones desarrolladas del
Norte, y mucho más ilusorio sería pensar que ese nivel de consumo se podría
llevar al resto del planeta. Solo para hacernos una idea propongo el siguiente
ejemplo, para llevar el nivel de consumo de carne en Occidente a todo el
planeta, harían falta dos planetas Tierras extra, solamente con el fin de
cultivar la soya y el maíz para el pienso de los animales.
Dicho esto, es obvio
deducir que el capitalismo, cuya dinámica, bien analizada por Marx, de aumento
continuo de la acumulación del capital, no puede compatibilizarse con el futuro
de nuestra especie, pues lo que necesitamos es una reducción significativa del
consumo en los países desarrollados, a saber: ralentizar o frenar el ciclo de
acumulación. Nuestros países en vías de desarrollo o tercer-mundistas, todavía
están por debajo del nivel de consumo que podría soportar la tierra, pero es
importante, en este punto, hacer unas aclaraciones.
Primero, pretender,
como hacía Marx en el siglo xix, que el capitalismo será sobrepasado por un
comunismo de la abundancia ilimitada, es hoy utópico, no ya porque el socialismo
realmente existente se haya mostrado extremadamente ineficaz en conseguir su
objetivo, sino porque, de poder hacerlo, estaríamos socavando el futuro de las
próximas generaciones, estaríamos creando un sistema aún más insostenible.
Segundo, como la teoría
desarrollista no tiene sentido, tampoco lo tiene pensar que la buena vida tiene
que ver con un consumo creciente de productos, como se venía pensando hasta
ahora, y esto no significa que debamos vivir en un barril como Diógenes de
Sinope, comiendo lo que encontremos en la calle cual perros mugrientos y
sarnosos, sino que, a partir de determinado nivel de consumo, no podremos
seguir creciendo si queremos que nuestros nietos tengan espacio en nuestro
planeta.
Un
pensamiento socialista en Cuba, tiene que ser, como en todos los demás países:
ecosocialista
Qué tiene que ver esto
con Cuba, se preguntarán, pues lo que quiero es expresar lo siguiente: el
crecimiento económico en nuestra situación es impostergable, lo necesitamos ya,
la situación es verdaderamente precaria, pobreza (de cuyos datos no tenemos
nada actualizado y serio, pero para hacernos una idea, a comienzos del milenio
la pobreza urbana era superior al 20% de la población, dato tomado de: Hacer cuentas y vivir del cuento: de la
actualización al “ordenamiento”, de Ailynn Torres Santana, OnCuba), escasez de todo tipo, etc. No podemos seguir
pregonando, como una contra-argumentación que tenemos mucha dignidad, como si
el socialismo consistiera en ser santos al estilo cristiano, seres llenos de
pureza, pero en la inopia. Salvoj Zizek dijo, después de una visita a nuestra
isla. “En Cuba las renuncias se experimentan/imponen como la prueba de la
autenticidad del Acontecimiento Revolucionario, algo que el psicoanálisis da el
nombre de lógica de la castración. (…) Las casas en ruina son la prueba de la
fidelidad al acontecimiento” (Bienvenidos
al desierto de lo real , Akal, 205, pg 12-13)
Pero, si evidentemente
se tratara de desterrar esta imagen del ideario de algunos cubanos, que se
llaman a sí mismos revolucionarios, también se trata de borrar la idea de que
todo vale, y que no importa el color del gato, sino que cace ratón. Es decir,
tampoco por afán de crecimiento pensemos, que cualquier medida es buena, o que
el crecimiento es bueno en sí mismo. En nuestra situación el crecimiento es
apremiante, pero si conseguimos despegar, habrá que preguntarse hasta qué punto
puede ser deseable. Para entender esta idea, sería bueno ver un indicador que
utilizan algunos economistas, el GPI o Índice de progreso genuino, que a
diferencia del PIB o del PNB, no solo se fija en el incremento de la producción
o los ingresos de una nación, sino que se preocupa por otros parámetros
involucrados: capital social, capital natural, uso del tiempo, calidad
ambiental, Socio-economía. Y esto es crucial, porque podría darse el caso, de crecer
en PIB y que la mayoría de las personas no noten un aumento en su calidad de
vida, como ha ocurrido en los países del Norte global a partir de los 70 y 80
(donde ha crecido, el PIB y el PNB, pero las clases trabajadoras y populares,
el 60% más pobre, se mantiene en el mismo nivel de ingresos), en donde el GPI
se mantiene estancado. (Biomímesis,pg 128 Centro Internacional Miranda,2013)
Por lo tanto, y a pesar
de que estamos urgidos de un aumento del PIB, no empecemos a pensar con la
misma mentalidad desarrollista, que es parecida en actitud a la de un hámster
en su rueda, pues a partir de determinado momento, crecer económicamente no es
aumentar el nivel de vida, sino lo contrario: destruir el nivel de vida de las
futuras generaciones. Persiguiendo el aumento del PIB sin conseguir más nada
que esto, significa olvidarnos para qué sirve dicho incremento.
Por tanto, un
pensamiento socialista en Cuba, tiene que ser, como en todos los demás países: ecosocialista,
hay que enterrar la noción marxista de que el comunismo es el régimen de la
abundancia material ilimitada; el comunismo, en todo caso, tiene que ver más
con garantizar determinados estándares de bienestar y fomentar la autorrealización
en el trabajo y en la sociedad, por eso no vendría mal, como nos pedía Manuel
Sacristán, rescatar los valores éticos de Epicuro, esto es, hedonismo de la
moderación, comidas sanas y naturales, frugalidad en las posesiones,
importancia de las relaciones interpersonales, disfrutar de la amistad, dar más
importancia a las actividades autotélicas, etc. (De la Primavera de Praga al marxismo ecologista. Entrevistas con Manuel
Sacristán Luzón (edición de Francisco Fernández Buey y Salvador López Arnal),
Los Libros de la Catarata, Madrid 2004, p. 51-52)
¿Crezcamos
económicamente? Sí, por supuesto, ya que muchos cubanos viven en situaciones
muy precarias, asfixiantes y trituradoras; pero que esto no nos quite de la
mente que el crecimiento económico debe estar subordinado al bien de esas
mismas personas, y al de las generaciones futuras. Crezcamos para poder
disfrutar de buena alimentación, de mejores casas, calles, parques,
infraestructuras en general, para poder consumir más y mejor, pero no olvidemos
que, con un buen grupo de amigos en el Malecón, sin más que la palabra y una
guitarra, nos hemos sentido tan o más felices, que cualquier millonario del
mundo. En fin, menos sueño americano
y más Epicuro.