El punto en la i

 




Continúa así la polémica sobre cuál es el origen de la riqueza. De seguido la contrarréplica de Yunier Mena al artículo donde Miguel Hayes criticaba indirectamente el trabajo de  Mena.

El texto de Hayes se reproduce en esta publicación.

De seguido la contrarréplica de Yunier Mena Benavides

Como la mayoría de los que leen este trabajo no soy economista, pero me interesa esta ciencia por cuanto aporta a una comprensión bien fundada de la vida social y a una práctica de ofensiva directa contra la organización irracional de la existencia humana. No estará de más decir que no reservo el nombre de economía a la economía en el poder que parece más una mitología o una superstición. Dicho interés por la ciencia económica me ha llevado a escribir algunos textos relacionados a esta materia. Uno de ellos fue una «Carta en defensa del socialismo» que generó cierta polémica con Miguel Alejandro Hayes sobre el tema de la liberación de las fuerzas productivas. Véase al respecto «La importancia de la nueva lucha». Hayes vuelve a buscar errores teóricos en mis trabajos, ímpetu que no se puede dejar de agradecer. Ahora no se trata de mi «equivocación» de que dejar en acción libre las fuerzas productivas en poder de la burguesía cubana conduce el país al capitalismo, sino de la de que el trabajo es fuente de riqueza. Es casi un misterio la causa del interés sostenido de Miguel Alejandro Hayes en mis incipientes producciones de lego, aún más cuando hay tantos no legos, por ejemplo Néstor Kohan, con suficiente volumen de errores y confusiones en los cuales podría ocuparse. Antes de revisar mis oraciones con su lupa para ver de dónde agarrarse cree oportuno dedicarse un canto de sí mismo: 

Tuve el honor de recibir mi primer semestre de Economía Política (EP) de la profesora Eugenia Baly. Ella es para mí la máxima exponente de una corriente a lo interno de dicha disciplina. Yo la vi en acción, despedazando titanes, generando intrigas en algunos, y admiración y respeto por académicos de bien. También tuve el inmenso honor de lidiar, recibir clases, discutir en el aula, a nivel de pasillo, en un banco de una parada, con otros conocedores de una tradición muy seria de la EP. Personas que se formaron leyendo verdaderamente El Capital, aunque con más Rosenberg que Rosdolsky, aunque más cercanos a Lenin que a Rubin, muy buenos, muy rigurosos, con niveles de profundidad en la materia que todavía no he visto fuera de ese grupo (que yo le llamo grupo, ellos no se ven así, no están conectados). Algunos de esos brillantes hoy son punteras de otras disciplinas, porque cuando cayó el muro, los economistas marxistas cubanos dieron un gran paso, y comprendieron que parte de ser marxista implicaba dialogar con otras corrientes. Gracias a ellos (y perdón si esto parece que desconoce el trabajo de otros) hoy la Facultad de Economía de la Universidad de La Habana tiene un departamento de Ciencias Empresariales. La primera clase que recibí de Eugenia Baly no fue la cacharrera del programa de Objeto y Método de la EP. Había que empezar por el trabajo. Recuerdo que pasamos por el Prólogo a la Contribución de la Crítica a la Economía Política y por la Crítica del Programa de Gotha





En este momento de su texto cita a Marx: «El trabajo no es la fuente de toda riqueza. La naturaleza es la fuente de los valores de uso (¡que son los que verdaderamente integran la riqueza material!), ni más ni menos que el trabajo, que no es más que la manifestación de una fuerza natural, de la fuerza de trabajo del hombre.» Hayes hace que Marx calle muy pronto y no lo deja cerrar su razonamiento que termina de esta manera: «Esa frase se encuentra en todos los silabarios y sólo es cierta si se sobreentiende que el trabajo se efectúa con los correspondientes objetos e instrumentos.» Engels, a quien también hay que leer, lo dice con la misma claridad: «El trabajo es la fuente de toda riqueza, afirman los especialistas en Economía Política. Lo es, en efecto, a la par que la naturaleza, proveedora de los materiales que él convierte en riqueza. Pero el trabajo es muchísimo más que eso. Es la condición básica y fundamental de toda la vida humana. Y lo es en tal grado que, hasta cierto punto, debemos decir que el trabajo ha creado al propio hombre.» El contexto lingüístico donde he abordado la cuestión del trabajo como fuente de riqueza está claramente fundamentado en estas ideas de Marx y Engels, lo que puede poner aprueba el lector cuando guste. Hayes usa la omisión señalada de «Esa frase se encuentra en todos los silabarios y sólo es cierta si se sobreentiende que el trabajo se efectúa con los correspondientes objetos e instrumentos» para exponer su interpretación del texto marxiano para nada venida al caso a propósito de mis trabajos:

Se aprende de este último texto que el trabajo no es la fuente de toda riqueza (1). Esa afirmación no tiene cabida dentro de la EP de Marx. Es la afirmación que, en sus primeras líneas, el alemán desarma con ira de maestro cuando tiene un alumno zoquete (Lassalle, en este caso sería el alumno). La primera fuente de toda riqueza es la naturaleza, porque es la primera fuente de valores de uso. El trabajo solo lo puede ser enmarcado en aquella, enseña Marx. Y no es una distinción sutil. Sin querer impartir acá una clase de EP, señalo un par de cuestiones: no valorar la implicación para la concepción de la EP de la diferencia entre la afirmación de Lassalle y la idea de Marx, es no conocer lo suficiente la disciplina. Señala falta de estudios básicos en los pensadores de la economía clásica. Esa distinción separa conceptualmente a Marx del resto de la economía clásica. Por ejemplo, es lo que permite comprender el producto del trabajo como una totalidad resultante de las capacidades productivas del de la naturaleza, del hombre como parte específica de esta, y de la combinación de ambos (una suerte de teoría de factores de producción). Permite además comprender la estructura del producto social como la relación entre capital constante ©, capital variable (V) y plusvalor (P). Idea que se puede apreciar si se lee completamente Ghota. Dado que plantear que el trabajo es la fuente de toda riqueza es una idea opuesta a la concepción de Marx, portarla distancia mucho de conocer la obra del alemán y su sistema de pensamiento. Razón que hace que donde vea el uso equivocado es mi deber, por honestidad intelectual, por respeto al pensamiento, a la teoría, a los que me enseñaron, a mi trabajo, a la propia obra de Marx y al marxismo, decirlo. Es un tema que me toca muy de cerca. Encontré este texto en un blog que visito regularmente. Intento aquí hacer llegar la aclaración necesaria, pues el compromiso del periodismo y de la comunicación también debe ser con el serio ejercicio teórico. Cuando un medio visibiliza un error teórico, en este caso mostrar un texto marxista con una idea inversa (y refutada por Marx, por demás), es una falta similar a cuando se publica un texto irrespetuoso con una persona, o que falta a la objetividad. A esto se le suma que la inmensa mayoría de los lectores no conoce la EP, aun cuando es una asignatura que se cursa en casi todas las carreras de la educación superior. Prueba de ello es que la afirmación disparatada en cuestión pasó sin pena ni gloria, y sigue pasando, por delante de muchos ojos (incluyendo, tal vez, un equipo editorial, y no dudo que hasta profesores de EP). Lo que hace necesario este señalamiento constructivo. Desconozco las implicaciones de este comentario. Mi compromiso sigue siendo hacer llegar la observación. Lamento si provoca algún efecto negativo u ofensivo en alguna persona. Afirmo que mi intención no es caer en personalismos, incluyendo el autor del texto que contiene el error; texto que, por demás, pone sobre la mesa algo muy polémico y que sirve para generar debates importantes en la Cuba de hoy. Cometer un error no es poco ético, sin embargo, sí puede serlo el modo de cometerlo y el de asumirlo, que es lo más importante. Por otro lado, me preocupa el lamentable estado de la enseñanza de la Economía Política en la educación superior, tal y como refleja la redacción, publicación y recepción del texto que me llevó a escribir este.

Las «Glosas marginales al programa del Partido Obrero Alemán» escritas por Marx son muy buenas glosas a la realidad cubana de hoy en la que el Gobierno y el Partido estimulan la propiedad privada y llaman a pensar como país y no como comunistas, en la que se promueven intrigas y soluciones como las de Hayes en este ejemplo suyo de «honestidad intelectual». Óigase a Marx:

Pero, igualmente indiscutible es esta tesis: 

En la medida en que el trabajo se desarrolla socialmente, convirtiéndose así en fuente de riqueza y de cultura, se desarrollan también la pobreza y el desamparo del obrero, y la riqueza y la cultura de los que no trabajan.

Esta es la ley de toda la historia, hasta hoy. Así pues, en vez de los tópicos acostumbrados sobre el trabajo y la sociedad, lo que procedía era señalar concretamente cómo, en la actual sociedad capitalista, se dan ya, al fin, las condiciones materiales, etc., que permiten y obligan a los obreros a romper esa maldición social.     

Pertenezco al grupo de los que no han tenido el «honor» de asistir a una facultad de economía, quizás usted, amigo lector, tampoco. Por ello no podemos estar de acuerdo con Hayes cuando escribe: «Algunos de esos brillantes hoy son punteras de otras disciplinas, porque cuando cayó el muro, los economistas marxistas cubanos dieron un gran paso, y comprendieron que parte de ser marxista implicaba dialogar con otras corrientes. Gracias a ellos (y perdón si esto parece que desconoce el trabajo de otros) hoy la Facultad de Economía de la Universidad de La Habana tiene un departamento de Ciencias Empresariales.» El marxismo no precisa diluirse en otras corrientes y las ciencias empresariales que pondera se concentran en hacer que sobreviva en Cuba «el sello de la vieja sociedad de cuya entraña procede». Varios economistas cubanos, o al menos los que a menudo comparecen en los medios nacionales, los altos dirigentes y la numerosa burocracia menor, expertos en ciencias empresariales, etc., nada dicen de una sociedad «que acaba de salir precisamente de la sociedad capitalista y que, por tanto, presenta todavía en todos sus aspectos, en el económico, en el moral y en el intelectual el sello de la vieja sociedad de cuya entraña procede» y menos hablan de «una sociedad comunista que se ha desarrollado [o pudiera desarrollarse (corchetes míos)] sobre su propia base». Si los que leen el presente texto no han tomado un curso de economía, si no han leído ni una sola oración de Marx, incluso si no son universitarios, no tienen la menor necesidad de afligirse por estar incapacitados para participar en la rebelión anticapitalista: la propia vida real conduce a la razón y a la revolución. Claro que es provechoso y a veces imprescindible la instrucción marxista, la lectura, pero si hubiese que esperar a que los siete mil millones de habitantes de la Tierra dominaran El capital para alzarse en combate el comunismo nunca llegaría. Hayes ha intentado desviar del tema central de mis escritos la atención de los lectores, desviarla hacia los laberintos del lenguaje. Es probable que lo logre. Es probable que haya cometido yo más errores de los que él señala, errores verdaderos, pero no he cometido uno ni lo voy a cometer: Jamás me quedaré callado, quieto, mientras avance en Cuba la restauración capitalista, mientras las relaciones de producción capitalistas susciten en la conciencia de la gente el criterio de que el capitalismo es próspero y humano. Desde luego que esto no se trata de personalismos, de desacuerdos entre dos individuos, es lucha de clases. Lucha en la que hay que llevar a cabo lo que se haga necesario para defender el socialismo y alcanzar el desarrollo comunista. Es obvio que «llevar a cabo lo que se haga necesario» no incluye los crímenes y las estupideces del estalinismo.


A continuación publicamos íntegramente el artículo ¿La fuente de toda riqueza? autoría de Miguel Hayes y publicado en su blog personal En Silencio, mediante el cual se critica de manera indirecta el trabajo de Mena.

¿La fuente de toda riqueza?

Tuve el honor de recibir mi primer semestre de Economía Política (EP) de la profesora Eugenia Baly. Ella es para mí la máxima exponente de una corriente a lo interno de dicha disciplina. Yo la vi en acción, despedazando titanes, generando intrigas en algunos, y admiración y respeto por académicos de bien.

También tuve el inmenso honor de lidiar, recibir clases, discutir en el aula, a nivel de pasillo, en un banco de una parada, con otros conocedores de una tradición muy seria de la EP. Personas que se formaron leyendo verdaderamente el Capital, aunque con más Rosenberg que Rosdolsky, aunque más cercanos a Lenin que a Rubin, muy buenos, muy rigurosos, con niveles de profundidad en la materia que todavía no he visto fuera de ese grupo (que yo le llamo grupo, ellos no se ven así, no están conectados).

Algunos de esos brillantes hoy son punteras de otras disciplinas, porque cuando cayó el muro, los economistas marxistas cubanos dieron un gran paso, y comprendieron que parte de ser marxista implicaba dialogar con otras corrientes. Gracias a ellos (y perdón si esto parece que desconoce el trabajo de otros) hoy la Facultad de Economía de la Universidad de La Habana tiene un departamento de Ciencias Empresariales.

La primera clase que recibí de Eugenia Baly no fue la cacharrera del programa de Objeto y Método de la EP. Había que empezar por el trabajo. Recuerdo que pasamos por el Prólogo a la Contribución de la Crítica a la Economía Política y por la Crítica del Programa de Gotha

El trabajo no es la fuente de toda riqueza. La naturaleza es la fuente de los valores de uso (¡que son los que verdaderamente integran la riqueza material!), ni más ni menos que el trabajo, que no es más que la manifestación de una fuerza natural, de la fuerza de trabajo del hombre.

Marx. Glosas marginales al programa del partido obrero alemán. Fuente: https://www.marxists.org/espanol/m-e/1870s/gotha/critica-al-programa-de-gotha.htm

Se aprende de este último texto que el trabajo no es la fuente de toda riqueza(1). Esa afirmación no tiene cabida dentro de la EP de Marx. Es la afirmación que, en sus primeras líneas, el alemán desarma con ira de maestro cuando tiene un alumno zoquete (Lassalle, en este caso sería el alumno).

La primera fuente de toda riqueza es la naturaleza, porque es la primera fuente de valores de uso. El trabajo solo lo puede ser enmarcado en aquella, enseña Marx. Y no es una distinción sutil. 

Sin querer impartir acá una clase de EP, señalo un par de cuestiones: no valorar la implicación para la concepción de la EP de la diferencia entre la afirmación de Lassalle y la idea de Marx, es no conocer lo suficiente la disciplina. Señala falta de estudios básicos en los pensadores de la economía clásica.

Esa distinción separa conceptualmente a Marx del resto de la economía clásica.  Por ejemplo, es lo que permite comprender el producto del trabajo como una totalidad resultante de las capacidades productivas del de la naturaleza, del hombre como parte específica de esta, y de la combinación de ambos (una suerte de teoría de factores de producción). Permite además comprender la estructura del producto social como la relación entre capital constante (C), capital variable (V) y plusvalor (P). Idea que se puede apreciar si se lee completamente Ghota.

Dado que plantear que el trabajo es la fuente de toda riqueza es una idea opuesta a la concepción de Marx, portarla distancia mucho de conocer la obra del alemán y su sistema de pensamiento. Razón que hace que donde vea el uso equivocado es mi deber, por honestidad intelectual, por respeto al pensamiento, a la teoría, a los que me enseñaron, a mi trabajo, a la propia obra de Marx y al marxismo, decirlo. Es un tema que me toca muy de cerca.

Encontré este texto en un blog que visito regularmente. Intento aquí hacer llegar la aclaración necesaria, pues el compromiso del periodismo y de la comunicación también debe ser con el serio ejercicio teórico. Cuando un medio visibiliza un error teórico, en este caso mostrar un texto marxista con una idea inversa (y refutada por Marx, por demás), es una falta similar a cuando se publica un texto irrespetuoso con una persona, o que falta a la objetividad.

A esto se le suma que la inmensa mayoría de los lectores no conoce la EP, aun cuando es una asignatura que se cursa en casi todas las carreras de la educación superior. Prueba de ello es que la afirmación disparatada en cuestión pasó sin pena ni gloria, y sigue pasando, por delante de muchos ojos (incluyendo, tal vez, un equipo editorial, y no dudo que hasta profesores de EP). Lo que hace necesario este señalamiento constructivo.

Desconozco las implicaciones de este comentario. Mi compromiso sigue siendo hacer llegar la observación. Lamento si provoca algún efecto negativo u ofensivo en alguna persona. Afirmo que mi intención no es caer en personalismos, incluyendo el autor del texto que contiene el error; texto que, por demás, pone sobre la mesa algo muy polémico y que sirve para generar debates importantes en la Cuba de hoy. Cometer un error no es poco ético, sin embargo, sí puede serlo el modo de cometerlo y el de asumirlo, que es lo más importante.

Por otro lado, me preocupa el lamentable estado de la enseñanza de la Economía Política en la educación superior, tal y como refleja la redacción, publicación y recepción del texto que me llevó a escribir este.

Bibliografía

Marx, C. (s.f.). GLOSAS MARGINALES AL PROGRAMA DEL PARTIDO OBRERO ALEMAN.

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