Pronunciamiento feminista por Nicaragua



Diferentes colectivos feministas de la izquierda mexicana han lanzado un comunicado condenando la dictadura nicaragüense que encabezan los traidores a la Revolución sandinista, Daniel Ortega y Rosario Murillo. Casi al mismo tiempo, el diario mexicano La Jornada entrevistó a la comandante sandinista Mónica Baltodano, perseguida por el régimen orteguista. 

Desde Comunistas consideramos que la divulgación de la realidad nicaragüense enfoncada desde una perspectiva de izquierdas es muy útil para Cuba y el mundo, por lo cual republicamos ambos textos. Precisamente de Mónica Baltodano ya habíamos publicado en noviembre de 2022 el artículo Ortega ¿Peor que Somoza?, el cual apareció originalmente en Estación Finlandia. Pero en Cuba estas informaciones cobran una especial importancia pues la traicionada Revolución sandinista fue un hecho que estuvo muy ligado a la clase trabajadora cubana. Desgraciadamente, hoy la situación en Cuba es muy similar a la nicaragüense y en ambos gobiernos tienen estrechas relaciones políticas, lo cual habla de una complicidad mutua. 

Cabe señalar que el gobierno orteguista no tiene una postura antimperialista, sino que se opone a Estados Unidos simplemente porque Washington es hostil a su régimen. Si Estados Unidos le propusiera a Ortega desembarcar sus transnacionales en Nicaragua inmediatamente desaparecería todo discurso antimperialista. A Ortega no le interesa combatir el imperialismo yanki, sino mantenerse en el poder a costa de lo que sea necesario. Ya en Comunistas Cuba nos hemos solidarizado con la oposición de izquierda nicaragüense cuando exigimos la liberación de la comandante sandinista Dora María Téllez (quien aparece con su uniforme guerrillera en la foto de portada) cuando sufría condiciones inhumanas en la injustificada prisión orteguista. Insistimos e insistiremos en la liberación de los presos políticos nicaragüenses que sin ser pagados por Estados Unidos -como difama de ellos el régimen orteguista- luchan por la liberación de su país. Por último, pero no menos importante, agradecemos al compañero mexicano José Luis Ayala, sin quien no hubiera sido posible esta publicación.


Pronunciamiento feminista por Nicaragua

Ciudad de México, octubre de 2023


Se ha calculado que el triunfo de la Revolución Sandinista costó alrededor de 60 mil nicaragüenses muertos; 30 mil al triunfo en 1979 y otros 30 mil entre 1980 y 1990 en la lucha contra los Contras. Fueron 60 mil personas que murieron por terminar con la atroz dictadura somocista. Sin embargo, irónicamente, el derrocamiento de un dictador permitió el encumbramiento de otro, llamado Daniel Ortega, quien falsamente se asumió como un comprometido hijo de Sandino durante la lucha guerrillera del Frente Sandinista. Ahora Ortega también le ha empezado a sumar a la lista de muertos por la dictadura.

Ortega y su esposa Rosario Murillo, otra falsa sandinista, han establecido un régimen dictatorial al estilo de lo que en el siglo pasado se llamó peyorativamente una República Bananera. Mientras Ortega y su círculo cercano se han convertido en los nuevos burgueses, gracias a la corrupción con la que permiten que empresas extranjeras dominen la economía y sigan saqueando al país, la mayoría de la población vive en pobreza. De hecho, Nicaragua es una de las naciones más pobres de Latinoamérica.

Lo que se vive en Nicaragua es un régimen de terror en el cual las mínimas libertades y derechos humanos se violan cotidianamente. Por ejemplo, incluso una fiesta puede ser disuelta por la policía si se sospecha que es una reunión para atacar a la dupla dictatorial; las manifestaciones son disueltas a sangre y fuego; los opositores son encarcelados en condiciones infrahumanas; y en el menos malo de los casos (quién sabe), se les termina desterrando, suprimiendo su nacionalidad, confiscando todo bien, incluidas pensiones de vejez; y haciendo cuánto sea necesario para castigarles y callarles. Fue lo sucedido a los 300 nicaragüenses, entre ellos varios dirigentes sandinistas, que se atrevieron a oponerse y denunciar la incongruencia y descomposición de un régimen que se autonombra de izquierda y que paradójicamente surgió de una revolución popular. Es el caso de la excomandante sandinista Mónica Baltodano, exiliada en Costa Rica, quien se ha mantenido activa denunciando la terrible realidad del régimen Ortega-Murillo; como lo hizo en su gira por México en octubre del presente año.

Pero si con la dictadura de Ortega el pueblo nicaragüense ha sufrido una gran pérdida de derechos, para las mujeres nicaragüenses la pérdida ha sido aún mayor. A partir de la llegada al poder de Ortega en 2006, el gobierno ha impuesto una política retrógrada y machista de eliminación de derechos de las mujeres, como la prohibición absoluta del aborto (incluso terapéutico), el desmantelamiento de la Unidad Especializada de Delitos contra la Violencia de Género, la reducción de las penas por violación sexual, así como la disminución del tiempo de prescripción de este tipo de delitos. Y es que Ortega no sólo es un dictador, además es un depredador sexual pederasta quien violó a su propia hijastra (la hija de Murillo) cuando ésta tenía sólo 11 años. Ahora se sabe que siempre usó sus cargos de dirigente sandinista para tener acceso a mujeres adolescentes, con la complicidad de su perversa esposa Rosa Murillo, quien incluso le defendió ante las acusaciones de su hija.

Y no es que Ortega se torciera tras el triunfo de la Revolución Sandinista al llegar al poder. A su hijastra la violó en 1978, un año antes del triunfo. Ya estaba torcido, pero lo había sabido ocultar bien.

Esta deshonrosa desviación de la Revolución Sandinista que han hecho Ortega y Murillo nos indigna en extremo como feministas socialistas, comunitarias, autonomistas y de distintas corrientes de la izquierda que luchamos por un mundo más justo. Por ello, nos pronunciamos en apoyo del pueblo nicaragüense y de las y los verdaderos sandinistas, quienes mantienen la congruencia con los principios de la Revolución por la construcción de una Nicaragua socialista, de una Nicaragua justa. Desconocemos y repudiamos al dictador Daniel Ortega y a la codiciadora Rosario Murillo y a los claudicantes sandinistas, convertidos hoy en los que antes combatieron: parásitos y explotadores de su propio pueblo.


    ¡Fuera Ortega-Murillo de Nicaragua!


    ¡Justicia para las y los 300 nicaragüenses exiliadxs y desnacionalizadxs!


    ¡Libertad a las presas y presos políticos!


    ¡Por una Nicaragua verdaderamente sandinista, por una Nicaragua libre!


    ¡Vivan las mujeres feministas sandinistas!


    ¡Viva la Revolución Sandinista!


Firmas: Las Constituyentes MX Feministas; Diplomado en Estudios Feministas América Latina, UACM; Colectiva Violetas del Anáhuac STUNAM; Comuna Lencha-Trans; Feminismos Descoloniales; Feministas con Voz de Maíz; Movimiento Socialista del Poder Popular; Araceli Osorio Martínez, defensora de Derechos Humanos y madre de Lesvy Berlín Rivera Osorio; Sayuri Herrera Román, abogada, luchadora social y coordinadora general de investigación de delitos y atención a víctimas Fiscalía General de Justicia de la CDMX; Revista Común.


Entrevista de La Jornada a Mónica Baltodano

El régimen de Daniel Ortega-Rosario Murillo ha dejado a todas las fuerzas críticas, potenciales opositores, sin margen ni posibilidad de luchar o resistir desde el interior del país, denuncia la historiadora Mónica Baltodano. En esas condiciones, la disidencia en el exterior –los desterrados y cientos de líderes, activistas, periodistas y estudiantes exiliados y migrantes– intentan levantar cabeza y reconstruir redes políticas y sociales.

No hemos cejado en nuestro sueño de recuperar la libertad como cosa vital. La lucha por reorganizar una resistencia continúa ante todos los desafíos, asegura la autora de Memorias de la lucha sandinista, cuatro tomos con la recopilación más completa de aquel proceso.

Los disidentes intentan construir oposición a pesar de todas las adversidades que pretenden paralizarnos: un sistema de vigilancia y espionaje que inhibe, el silenciamiento de toda prensa o expresión independiente, el encarcelamiento como forma de control y la confiscación de bienes a discreción, que nos deja a todos aquellos que hemos tenido un asomo de rebeldía sin formas de sustento con tremendas dificultades.

Baltodano, junto con su esposo Julio López Campos, y una de sus hijas, es parte de los 317 nicaragüenses que este año fueron despojados de su nacionalidad, su pasaporte, su patrimonio e incluso, en el caso de los jubilados, de sus pensiones.

Antigua combatiente sandinista

Mónica fue guerrillera en sus años adolescentes en su natal León –la tierra de Rubén Darío– durante la lucha armada contra la dictadura de Anastasio Somoza. Al triunfo del Frente Sandinista de Liberación Nacional en 1979 fue ascendida al grado de comandante guerrillera y fue ministra de asuntos regionales del gobierno revolucionario de la época. Ya en la oposición, a finales de los años 90 fue diputada por el Movimiento de Renovación Sandinista que se formó de la ruptura con el orteguismo.

En días recientes la nicaragüense, que radica en Costa Rica, viajó a México para presentar un nuevo libro, El pueblo contra la dictadura, y para hacer diplomacia ciudadana con organizaciones de la sociedad civil, pero también con el partido oficial Morena y la cancillería, para movilizar una visión máns solidaria hacia la Nicaragua silenciada y excluida.

Ni un rasgo de progresista

Baltodano admite que a algunas fuerzas de izquierda, que en el pasado fueron cercanas al proceso sandinista, como es el caso de México, les cuesta trabajo reconocer que lo que encabezan Ortega y Murillo no tiene ni el más mínimo rastro progresista: en lo económico es neoliberal y extractivista y en lo político es represivo y totalitario.

Sostiene también que, aunque la retórica del orteguismo se dice víctima del imperialismo yanqui, su país no sufre sanciones como Cuba o Venezuela. son individuales, a ciertos funcionarios, no al Estado*. Nicaragua tiene un muy fluido comercio con Estados Unidos, sus inversionistas gozan de grandes ventajas.

Mónica Baltodano salió en 2022 de Nicaragua como parte de la oleada de activistas o dirigentes que tuvieron que huir tras el encarcelamiento de todos los precandidatos a la presidencia en las elecciones de 2021. Fueron detenidos decenas de periodistas, religiosos, líderes campesinos o estudiantiles y a toda la directiva del partido Unamos (antes MRS).

Luego de la excarcelación y destierro de 222 figuras del periodismo, la oposición y religiosos, el gobierno mantiene aún alrededor de 130 presos políticos en las cárceles del país.

Baltodano realizó a principios de año una gira por Uruguay y Brasil. Ahora México, como un esfuerzo dirigido a que, particularmente en medios progresistas, se comprenda que los que fueron los dirigentes de la revolución en los 90 del siglo pasado, que en su época suscitó mucha solidaridad y simpatía, han cambiado y hoy son lo opuesto a lo que fueron y aun predican.

La teoría del campismo

Las izquierdas venimos de una tradición en la que se decía que el fin justifica los medios; es una forma de pensar que admite que Ortega, porque se dice revolucionario, tiene derecho a echar presa a la gente que disiente. Esa cultura de desestimar la importancia de la democracia y los derechos humanos también está un poco en el ADN de algunos de esos dirigentes que se han anclado en el pasado. En ciencia política hay una teoría sobre esto: el campismo. Es una forma de ver el mundo dividido en dos campos. Si un gobierno viola brutalmente los derechos humanos y no es democrático, pero es de mi campo entonces yo lo defiendo. No es exclusivo de las izquierdas, también de las derechas.

La autora entiende que su esfuerzo es hacer comprender que el régimen orteguista no tiene ni un rasgo de progresista. No tiene un modelo económico transformador. El producto interno bruto de Nicaragua sigue siendo el más bajo de América Latina, el extractivismo campea, las concesiones mineras son ventajosas para las empresas. Es capitalista en su forma más extrema.

Hace años hacer comprender esta realidad era más difícil. Recuerda el Foro de Sao Paulo de 2018, en plena crisis represiva en Nicaragua.

La mayoría de los partidos repetían el discurso Ortega-Murillo. Cinco años después esto ha cambiado. Este año, en el foro que se realizó en Brasilia ya no hubo consenso a su favor. No logramos una condena, pero sí el respaldo de muchos partidos a una declaración que enviamos los exiliados y desnacionalizados.

Morena, lejos de emitir una condena

En este terreno, el trabajo diplomático de Mónica Baltodano y sus compañeros tiene un largo camino que recorrer con los partidos: es el caso con Morena; todavía está lejos de decidirse a condenar a Nicaragua. Pero estamos trabajando con la sociedad civil, los estudiantes, las organizaciones y las iglesias, porque éstos van levantando el tema que después tienen que tomar los partidos políticos.

La Nicaragua de la que habla esta antigua combatiente sandinista es un país en donde en la prensa se puede escribir libremente de la Grecia antigua, de los pájaros, de los animalitos. Pero no se puede escribir nada de cuestiones políticas, de lo que sucede en la realidad, de los derechos humanos.

Un país con un Estado opresor y vigilante que espía a rodos sus ciudadanos en las redes sociales y que recientemente condenó a ocho años de prisión a cuatro muchachas que habían protestado en Facebook contra la confiscación de la Universidad Centroamericana, jesuita. Lo mismo que a un viejo periodista, Víctor Ticay, que ya no tiene espacio en ningún medio, pero a quien se le ocurrió subir a su perfil escenas de teatro callejero de las representaciones religiosas de Semana Santa, porque en su país hasta los santos están prisioneros en sus iglesias. En menos de tres horas la policía ya estaba en su casa deteniéndolo.

Un país en el que, de acuerdo con el registro del Observatorio del Derecho de Asociación, ya fueron clausuradas 3 mil 400 organizaciones sociales, desde agrupaciones de asistencia a los niños, de defensa del medio ambiente, de protección a las mujeres violentadas, religiosas, de educación. Así, fueron cerradas la Academia de la Lengua, la Academia de Ciencias y la Cruz Roja Nicaragüense. La más reciente, una clínica independiente de especialidades médicas propiedad de Tania Fonseca Terán, hija de Carlos Fonseca Amador, figura histórica y fundador del Frente Sandinista de Liberación Nacional.

Además, desde 2021 fueron cerrados todos los medios impresos que no fueran los oficiales. Y el gobierno confiscó sus locales, su maquinaria, sus reservas de papel y sus rotativas.

*Las cursivas son de nuestro Comité Editorial