“Con Fidel el 11 de Julio
hubiera sido diferente” es una frase que se ha hecho común en Cuba. Con este artículo Comunistas rinde homenaje a Fidel Castro por el 95 aniversario de su natalicio.
por
Q.R.S.
La mayoría
de los manifestantes que el 11 de julio pasado participaron en las protestas de
La Habana, vivían en los barrios donde tuvieron lugar las manifestaciones. Por el
contrario, la casi totalidad de quienes en los primeros momentos salieron a las
calles de la capital cubana defendiendo al Gobierno, eran personas que el
Partido Comunista y otros organismos oficiales transportaron desde otros
lugares de la ciudad hacia donde sucedían las protestas.
Frente
al Museo de la Revolución -cuando desembarcaron de sus ómnibus-, los grupos
organizados por el Partido Comunista coreaban consignas como Esta
calle es de Fidel y Yo soy
Fidel. Ante ello, un joven que participaba en las protestas, quien
visiblemente vivía en uno de los barrios obreros donde estallaron las manifestaciones,
les gritó: Fidel es mi ídolo, Díaz-Canel
es un …y de inmediato ofendió al presidente cubano.
Aunque durante
la manifestación no se corearon consignas laudatorias a Fidel -en contraste con
las continuas ofensas al actual mandatario cubano-, la respuesta del joven manifestante
a los grupos oficialistas es una postura política expandida entre la clase
trabajadora cubana. En el imaginario de las mayorías, principalmente en los
barrios populares y el campesinado –incluso entre las nuevas generaciones-,
Fidel ha terminado siendo el líder histórico al cual se le perdonan todos los
errores, en contraste con una gran obra construida.
Esta
idea se ha reforzado con el fallecimiento de Fidel y, en buena medida, se
consolidó debido a que su muerte tuvo lugar diez años después de abandonar el
poder. Quienes nacieron a fines de los noventa, todavía eran niños cuando
Carlos Valenciaga anunció el 31 de julio de 2006 que Fidel Castro se retiraba del Gobierno provisionalmente –para nunca volver-. De este modo, al menos dos generaciones
no vivieron como adultos, ni siquiera como adolescentes, el mandato de Fidel,
contribuyendo esto a su mitificación. Los jóvenes que hoy tienen entre 15 a 25
años crecieron en una sociedad donde las medidas gubernamentales cada vez más
contrastaban con las de Fidel. Llegó el momento en que buena parte de los
errores cometidos por el Gobierno eran recibidos por parte de las mayorías con
la frase “con Fidel esto no hubiera pasado”.
Uno de
los argumentos más socorridos por quienes piensan así –y en buena medida tienen
razón- es que Fidel se personaba en la mayor parte de los momentos críticos
vividos en Cuba. De tal manera, muchos creen que Fidel habría aparecido durante
la noche del 27 de noviembre frente al Ministerio de Cultura, conversado con
los presentes y disuelto la manifestación con su sola presencia. Lo más
probable es que días después, buena parte de quienes se marcharon a casa
felices por haber conversado con Fidel se dieran cuenta que las respuestas dadas
no satisfacían lo demandado; pero ya el Gobierno había hecho la suficiente
cantidad de movidas políticas como para salir de aquella crisis. A pesar de
tener una alta carga especulativa, cabe preguntarse hoy qué hubiera sucedido si
Díaz-Canel habría aparecido la noche del 27 de Noviembre acompañando al
director de cine Fernando Pérez y al actor Jorge Perugorría.
Este razonamiento
se ha hecho extensivo a las manifestaciones del 11 de Julio. A pesar de que
entre todos sus méritos Fidel nunca alcanzó el don de la ubicuidad y por tanto
no hubiese podido estar en todas las protestas que estremecieron a Cuba, existe
la idea de que el Comandante en Jefe hubiera solucionado de otra manera las
protestas.
Cuando revisamos
el guión aplicado por el Gobierno el 11 de Julio, vemos que en realidad se
ajusta muy bien a como Fidel manejó las protestas del 5 de agosto de 1994 -bautizado
posteriormente Maleconazo-. Sin embargo, el resultado fue todo lo contrario: la
alocución de Díaz-Canel emitida el domingo 11 de Julio a las 4 de la tarde fue
el motivo por el cual no pocas personas se unieron a las manifestaciones. Por diversas
causas, las palabras del presidente cubano irritaron a no pocos de sus oyentes,
provocando que estos salieran a unirse a las protestas.
Esto arroja
una conclusión evidente: es imposible convertir a Díaz-Canel en Fidel Castro –como
tristemente se ha tratado hacer, algo que ni siquiera intentó Raúl, quien por
el contrario, marcó una línea propia-, y además, habla de una profunda crisis
de legitimidad política.
Hoy, al
igual que Mao en China y Ho Chi Minh en Vietnam, Fidel Castro va quedando relegado
cada vez más a la propaganda política. La burocracia ha desarrollado un proceso
de esterilización del ideario fidelista, borrando el Fidel que abogaba por marxismos sin dogmas, opuesto a la
expansión del sector privado, crítico con la restauración de toda simbología
burguesa –como su negativa al retorno del parlamento al Capitolio-, impulsor de
políticas públicas de alto impacto social por encima de supuestas prioridades
económicas y dando un alto valor a la cultura como instrumento fundamental en la
construcción del socialismo.
Todo esto contrasta abiertamente con el paquete de medidas económicas instrumentado el pasado 1 de enero. La (mal) llamada Tarea Ordenamiento aplicó un considerable recorte de subvenciones al sector público, el cual alcanzó desde el alza del transporte, pasando por el grave aumento de los productos alimenticios y de aseo normados por el Estado, hasta causar una terrible inflación, contribuyendo de sobremanera a la crisis de la economía familiar.
Las actuales políticas culturales estimulan la gentrificación: en La Habana de los 15 municipios que conforman la provincia, solo 3 tienen salas de proyección cinematográficas funcionando y en algunas provincias no hay ningún cine. Desde mucho antes de la crisis actual, las salas deportivas de las escuelas, los centros de promoción cultural, los teatros están, en el mejor de los casos, desatendidos: la mayor parte de las veces han sido clausurados. Solo en la Ciudad Escolar Libertad fundada en 1959 por el mismo Fidel Castro en el antiguo cuartel militar Columbia, uno de los centros educacionales más importantes de Cuba, ninguna de las piscinas están funcionando, el teatro está en ruinas y los centros deportivos cerrados. Durante la crisis económica de los años noventa del pasado siglo, mucho más fuerte que la actual, todas estas instalaciones funcionaban, había al menos dos cines en cada municipio de La Habana y uno en las capitales provinciales. Solo es cuestión de prioridades.
“Esto no hubiera pasado con
Fidel” es un murmullo que crece entre la clase trabajadora cubana cuando este 13 de agosto el Comandante en Jefe cumpliera 95 años.
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