DECLARACIÓN SOBRE ALGO MÁS QUE LOS SUCESOS DE SAN ISIDRO

 

DECLARACIÓN SOBRE ALGO MÁS QUE LOS SUCESOS DE SAN ISIDRO



Cuba vive hoy un escenario político completamente novedoso. Por primera vez, sectores de la sociedad civil, principalmente vinculados a la cultura, e importantes figuras de las artes y la intelectualidad cubana –los cuales nunca han guardado vínculo alguno con la llamada disidencia-, defendieron públicamente los derechos civiles de un grupo opositor. Una organización que, por demás, pide la caída del Gobierno “dictatorial” y, uno de sus principales líderes apoya abiertamente a Trump.

La lógica reduccionista traduciría que, si los mencionados sectores de la sociedad civil, la intelectualidad y las artes están bregando por la liberación de importantes voceros de esa agrupación, autodenominada Movimiento San Isidro, entonces ellas y ellos también quieren derribar al “régimen”. Sin embargo, la realidad es mucho más compleja que ese pensamiento unidimensional.    

Los hechos han sucedido atropelladamente. El silencio que guardó el Estado durante días y el mal manejo de la comunicación después, provocó un vacío de información en la sociedad, espacio el cual se vió ocupado inmediatamente por la manipulación de la prensa derechista.

Entonces, ¿Qué ha sucedido? En pocas palabras: han detenido a una figura pública del Movimiento San Isidro, debido a que agrediera verbalmente a un oficial de la policía. Producto de ello, sus compañeros exigieron su liberación a través de una huelga de hambre. La respuesta de las autoridades fue impedir el acceso de toda persona a donde se encontraban los huelguistas. Días después, los huelguistas fueron retirados de la casa donde realizaban su protesta.

Pero hay un detalle que no debemos dejar escapar: el Movimiento San Isidro siempre se ha presentado como un grupo vinculado al arte. Además, en los inicios de todos estos sucesos, el motivo por el cual se encontraban reunidos era realizar una lectura de poemas. Este fue uno de los principales aspectos que provocó una alta sensibilidad política entre artistas e intelectuales.  

Sucede que este sector más de una vez ha visto censurada sus creaciones y posiciones. En cierto momento, algunas de las películas producidas por ellos fueron prohibidas, ciertas canciones silenciadas, libros y artículos sin publicar, sus criterios obviados, omitidos o penalizados. No es raro entonces que entre quienes más hayan destacado en este escenario político, hayan sido los jóvenes realizadores de audiovisuales.

Cuando los huelguistas fueron retirados de sus hogares por las autoridades, casualmente, las redes sociales dejaron de funcionar en Cuba. Estos dos hechos –la detención y la momentánea censura digital-, junto a la ambigua información sobre el paradero de los detenidos, produjeron que detonara la tensión acumulada en los artistas e intelectuales que exigían el cumplimiento de los derechos de los ciudadanos.

He aquí otro aspecto sin el cual no pudiéramos comprender lo sucedido: la mayoría de los artistas, intelectuales y jóvenes vinculados con el mundo de la cultura y la intelectualidad que protestaban desde las redes sociales, no se solidarizaban en sí con el Movimiento San Isidro, sino que exigían el cumplimiento de los derechos civiles de un grupo de personas, las cuales conformaban una organización vinculada con la cultura.

Al día siguiente de haberse sustraído a los huelguistas del lugar donde realizaban su protesta, se apostó en las puertas del Ministerio de Cultura un diverso grupo de intelectuales y artistas -mayoritariamente jóvenes- los cuales exigían conversar con el viceministro Fernando Rojas, algo que gradualmente lograron. En la noche, el director de cine, Fernando Pérez y el actor, Jorge Perugorría, ambos reconocidos por tener posturas fuertemente críticas con las instituciones gubernamentales, pero que nunca se han vinculado a la disidencia, se personaron en el lugar y sirvieron de mediadores en las discusiones que se mantenían dentro del ministerio.  

Finalmente, se logró un importante acuerdo el cual, básicamente se resumía en otorgar garantías a los artistas e intelectuales cubanos, así como el reconocimiento de amplias demandas exigidas mucho antes de los sucesos y, que las autoridades culturales mantuviesen una postura de diálogo sistemático. Uno de los puntos acordados fue solucionar el tema de los miembros del Movimiento San Isidro.

En menos de 24 horas el Movimiento San Isidro envejeció y sus demandas fueron superadas. La liberación de uno de sus miembros y la normalización del estatus legal de los otros, fue un punto más entre el gran acuerdo que marcará un precedente entre la sociedad civil y el Estado. Como muestra de ello, el Movimiento San Isidro ha desconocido el valioso acuerdo al que se ha llegado.  

La contrarrevolución quedó desilusionada y molesta. No sucedió lo que ellos querían: que falleciera uno de los muchachos de San Isidro para que estallaran protestas y desestabilizar el país.

Sin embargo, es cierto que en todo esto hubo una gran dosis de manipulación política y mediática llevada a cabo por grupos ultraderechistas –los cuales supieron aprovechar el mal manejo comunicacional del Gobierno- ; es cierto que no se demoró en aparecer la clásica injerencia de las potencias extranjeras, esta vez, encabezadas por un Mike Pompeo que se niega a aceptar que su presidente fue derrotado y un Parlamento Europeo el cual, por su propio carácter imperialista, no termina de superar la mentalidad colonial. Pero, lo que el Estado debe tener en cuenta es que está ante una sociedad civil diferente a la que él imagina que existe, en medio de una grave crisis económica y que no debe - so pena de crisis mayores-, postergar el diálogo.

Sin embargo, hay un factor socioeconómico sin el cual no hubieran sucedido estos hechos. El renacimiento de la burguesía en Cuba, o, como se estila decir: el sector privado de la economía. La burguesía, como clase social que es, no solo nace con implicaciones económicas, sino también culturales y políticas. Esta clase que ha renacido tras las medidas implementadas por el Gobierno a lo largo de la década que termina, ha tenido un fuerte impacto político y cultural en la sociedad, específicamente, en la sociedad civil y la juventud universitaria de La Habana, aún más en el sector universitario vinculado a las artes, la literatura y humanidades. Esta clase, como sociedad civil en sí que es, ha promovido con fuerza la expansión de toda una nueva sociedad civil consistente en medios de prensa, asociaciones, galerías privadas, estudios de cine independientes, e incluso, su sector conservador promueve iglesias conservadoras.

La burguesía cubana no hizo esto como la agente de un plan macabro preparado por los imperialismos. La expansión de la sociedad civil a partir de la burguesía es un fenómeno intrínseco en ella y que nació con ella como clase social.

La mayoría del sector de la sociedad civil que bregó por los derechos civiles de los detenidos, tiene dos importantes puntos de contacto con los planteos del Movimiento San Isidro. Ambos tienen como meta la ampliación de los derechos civiles. Ambos apoyan, por diferentes caminos, la expansión del sector privado de la economía en Cuba. Lo único que los diferencia es que el Movimiento San Isidro apoya abiertamente a Trump y se somete a los imperialismos.

Es decir, estamos ante tres posturas las cuales apoyan la expansión del sector privado de la economía. Por una parte, el liberalismo entreguista de San Isidro (sometimiento a los imperialismos + economía privada+ libertades civiles), por otra, el sector artístico e intelectual de la sociedad civil que se vio implicada en los hechos (expansión del sector privado de la economía+ libertades civiles + socialismo democrático). Y finalmente, de cierta manera enfrentado a ambas y sin poder comprender por qué esto ha sucedido, justificando todo con solo una parte del problema (es decir, la contrarrevolución y la manipulación mediática extranjera), se encuentra el Estado, quien promueve políticas de expansión del sector privado, a la vez que intenta construir el socialismo y limita los derechos civiles.

Esto es algo que no entiende el Estado: de sus propias manos ha nacido una clase social que apoya sus medidas económicas -incluso, exige profundizarlas-, a la vez que lo ataca políticamente, en lo relativo a las cuestiones democráticas. De esta imposibilidad de análisis, el Estado entiende entonces que las medidas son atacar a la sociedad civil. Un socialismo sin libertades, perece. Los ejemplos de la historia son abrumadores.

Debido a ello, en este gran debate suscitado por una crisis política, hay una gran ausente: las grandes mayorías de la Clase Trabajadora.

Debido a ello, y estimulados por la posición dialógica que mantuvo el Ministerio de Cultura, es decir, las autoridades cubanas, con sectores de la sociedad civil entre la noche del 27 al 28 de noviembre

Comunistas hace públicas las siguientes demandas:

1.      Prohibir -desde la Constitución y el Código Penal-, el ejercicio de todo tipo de censura que recaiga sobre intelectuales, artistas, medios de prensa –estatales y no estatales-, blogs y otras formas de expresión.

2.     Fomentar la transparencia total de la información.

3.     Estimular desde el Estado políticas culturales socialistas enfocadas en lograr la desenajenación de la clase trabajadora. Como parte de ellas, lograr que las zonas de las periferias urbanas y rurales puedan volver acceder a cines y teatros sin tener que desplazarse al centro de la ciudad, a la vez que se establezcan ofertas culturales de calidad y de manera sistemática. La modificación del tiempo de ocio es fundamental en el proceso de transformación de comunidades plagadas de alcoholismo, así como de varios tipos de violencia, entre los que preocupa el aumento del feminicidio.

4.     Estimular políticas sociales que garanticen una vida digna a la totalidad de los sectores más vulnerables de la sociedad, priorizando la eliminación de la mendicidad y no su penalización.

5.      Paralizar la eliminación de subsidios y gratuidades que se tiene planificado hacer en los próximos meses y ha sido anunciado por el compañero Marino Murillo.

6.     Detener las políticas de expansión del sector privado de la economía.

7.     Garantizar a las trabajadoras y trabajadores contratados en el sector privado de la economía, los mismos derechos laborales de quienes laboran en el Estado.

8.    Establecer una legislación que obligue a los empleadores del sector privado de la economía, el cumplimiento estricto de estos derechos.

9.      Otorgar el derecho a huelga a las trabajadoras y trabajadores contratados en el sector privado de la economía. Los intereses de la burguesía nunca serán los intereses de la clase trabajadora.

10.  Legalizar inmediatamente el matrimonio igualitario.

11.   Suprimir del inciso D del artículo 22 de la Constitución donde se le otorgan garantías constitucionales al sector privado de la economía, es decir, a la burguesía. Algo que perfectamente se puede legislar sin tener que estar presente en la Carta Magna.

12. Inclusión en la Carta Magna de un artículo por el cual se legisle que ningún burgués pueda formar parte del Gobierno, ni de la dirección del Partido Comunista.

El próximo año estaremos ante un escenario aún más crítico: se realizará el referendo por la aprobación del matrimonio igualitario, proceso donde, iglesias cubanas que abiertamente reciben desde Estados Unidos el financiamiento de sus iglesias madres, representantes de la ideología derechista y conservadora estadounidense; esas iglesias cubanas constituirán una oposición al Gobierno, masiva y organizada, que estará permitida y amparada por la ley. Oposición la cual tendrá la oportunidad de propagandizar a nivel nacional una ideología reaccionaria y fanática, generando la polarización nacional. Esto, sumado a la grave crisis económica, conduciría a un peligroso escenario el cual pudiera tener un final impredecible, en el caso de que las iglesias conservadoras derrotaran al matrimonio igualitario, es decir, derrotaran una política de Estado.

La clase trabajadora solo será salvada por la clase trabajadora y no por grupos liderados por derechistas. La clase trabajadora nunca ha tenido su futuro en el capitalismo, menos aún la clase trabajadora que vive en países que por siglos fue sometida al colonialismo, más tarde al neocolonialismo; y después, en el caso de Cuba, a décadas de agresión imperialista, lo cual, todo esto, más los errores cometidos, nos ha conducido a una economía atrofiada. Para que se logre consumar la construcción del comunismo y no ser derrotada en el intento, la clase trabajadora debe vivir en una sociedad socialista y libre.

¡Abajo los imperialismos!

¡No a la restauración capitalista!

¡No a la manipulación derechista!

¡Ni Reyes, ni burgueses, ni censores: hacia el Comunismo!

Comité Editorial de Comunistas

Desde algún lugar de Cuba, madrugadas del sábado 28 y domingo 29 de noviembre, 2020

El documento no fue aprobado por la totalidad del Comité Editorial