Cuba: dos años de la gran crisis política y económica


 

“Cuba vive hoy una crisis solo superada por el Periodo Especial”. Así empezaba la primera publicación de Comunistas, que apareció el 10 de junio de 2020 bajo el título “Nuestra Línea Editorial”. Hoy, aunque el desabastecimiento no ha alcanzado los trágicos niveles de los noventa, la crisis, política y económica, superó en otros aspectos a la debacle vivida en Cuba tras el derrumbe de la Unión Soviética. Dos años y dos días después de nuestra primera publicación es interesante leer con qué se presentó Comunistas en aquel lejano 10 de junio de 2020, cuando -sin 27 de noviembre, ni 11 de julio- la gran crisis aún comenzaba.


"Nuestra línea editorial”

Cuba vive hoy una crisis solo superada por el Periodo Especial. Al menos, eso es lo que percibe, vive y entiende la clase trabajadora cubana, a quien no le importan las estadísticas y sí el escenario cotidiano, marcado por largas filas de largas horas y poca mercancía para comprar. Por si fuera poco, cuando se regrese a la “normalidad”, encontraremos un paisaje completamente diferente al que dejamos; peor, porque ya antes se vivía una crisis aguda reflejada en escasez de productos de primera necesidad.

Regresaremos a una “normalidad” que entonces estará marcada por tener, mínimo, tres meses las fronteras cerradas. Por tanto, la industria del turismo habrá perdido casi un millón de clientes extranjeros; si damos una cifra conservadora. La economía cubana ha desarrollado una tamaña dependencia del turismo que este golpe demostrará -¡otra vez!- cuan peligroso es atarse a un solo sector económico.

En el momento de la reapertura de fronteras, la economía global se encontrará sumida en una crisis general, solo superada por la de 1929. Aseveración difundida en periódicos como The Guardian, New York Times y The Financial Times, prensa no comunista. A esto se le añade que dos de nuestros principales emisores de turistas: España e Italia, han sido naciones muy golpeadas por el Covid-19. Por ende, si el turismo comenzase a regresar en octubre, normalmente temporada alta, tenderemos, en realidad, una temporada baja.

A este panorama debemos incluir las medidas contra Cuba que ha lanzado Donald Trump, quien, aunque parezca increíble, probablemente gane las elecciones presidenciales. El que Venezuela necesite del combustible iraní, habla de que ya no es el país de cuyo combustible dependimos una vez. Es decir, nuestra futura “normalidad” estará marcada por otra crisis en el transporte público.

La respuesta del gobierno cubano para afrontar esta crisis, según la Ministra de Finanzas y Precios, recortar gastos en el sector que primero cesó sus funciones, es decir, el sector de la cultura y todos aquellos sectores que “no produzcan”. Además, se llama a “liberar sin trabas las fuerzas productivas”. Ambos anuncios han pasado casi desapercibidos, una combinación no muy estimulante.

En buena medida, las mayorías no comprenden la gravedad de lo que significa “liberar las fuerzas productivas”, porque para las mayorías el Marxismo guion Leninismo y la Economía Política, asignaturas que recibimos en todos los niveles de la enseñanza secudandarista y en toda carrera universitaria, por lo general caen en el aburrimiento y el dogma. Marx solo aparece en el periódico Granma durante los aniversarios de su nacimiento y muerte.

Se olvidó entonces que, una parte importante de las fuerzas productivas está compuesta por los medios de producción. Es decir, los instrumentos de producción, ya sean: tijeras, martillos o tractores; fábricas, panaderías u hoteles, todo aquello que sirva para producir, además de las materias primas.

Se olvidó también que para que los medios de producción cumplan su finalidad, es necesario que sean puestos en movimiento por la fuerza de trabajo del ser humano. Es decir, por nuestras capacidades físicas e intelectuales: la otra parte de las fuerzas productivas.

Entonces, solo hay dos formas de entender la liberación de las fuerzas productivas. O se libera en un sentido socialista, o, se libera en beneficio de las “Pymes”; otro bello eufemismo hoy muy popular que, junto al mal uso de emprendedores o trabajador por cuenta propia, son el mejor recurso para evitar decir: burguesía.

Esos terribles eufemismos han hecho que la sociedad cubana piense que la anciana vendedora de caramelos es tan trabajadora por cuenta propia, como lo es el dueño de una cafetería. La diferencia que radica en que el trabajador es quien vive de su fuerza de trabajo –ya sea vendiéndola o empleándola para sí-; y el burgués vive de la plusvalía resultante de cuando la trabajadora o el trabajador le vende -a través del trabajo asalariado- la fuerza de trabajo que pone en movimiento a los medios de producción, propiedad del burgués. La plusvalía, que no solo satisface las necesidades físicas y espirituales del burgués, sino que la utiliza para generar más plusvalía.

Si para más aclaraciones decimos que el trabajo sucede cuando se vende la fuerza de trabajo, vemos que cuando el dueño de una cafetería le compra al estudiante universitario su capacidad física para resistir 12 horas detrás de un mostrador, y además, su capacidad intelectual para poder recibir el peso convertible y dar el vuelto en Moneda Nacional, entonces quien trabaja es el estudiante, vendedor de su fuerza de trabajo, y no el burgués. En tanto, la vendedora del maní trabaja solo para ella: es decir, se autoemplea.

En cambio, si liberamos las fuerzas productivas en un sentido socialista, habría que liberar los medios de producción de la gestión estadocéntrica, a la vez que se libera a la clase trabajadora de los burócratas que en las empresas deciden por ella. Es decir: llegar a la tan deseada gestión obrera.

La otra visión, la que beneficiaría al sector privado, es descrita perfectamente por la economista Camila Piñeiro Harnecker cuando dice que la tendencia economicista está llamando “a liberar las fuerzas productivas con un mayor espacio para las empresas privadas y el mercado [1]”. Pero esto, por qué sería. Tengamos un caso concreto de fuerza productiva en su conjunto: un hotel y sus trabajadores. ¿Qué significa liberar esas fuerzas productivas? ¿hacer que sus propios trabajadores, en plena igualdad, gestionen el hotel, o, que se permita liberar el hotel – o sea, a la industria del turismo- de las “trabas” necesarias para que el sector privado cubano pueda ser parte de su administración?

Liberar las fuerzas productivas puede ser también que, al igual que en China o Vietnam, se permita la existencia de grandes empresas privadas. No es necesariamente privatizar los medios de producción estatales, sino permitir que un burgués construya su propia empresa sin sufrir límites en su expansión.

Liberar las fuerzas de producción podría ser también lo que hizo Fidel a mediados de la década de los años noventa: que aquel Estado obeso se liberara de la carga de tener que ser vendedor de maní, barbero y taxista. Pero eso es algo que ya se hizo.

Y, ¿qué tiene de malo que la burguesía cubana forme parte de la administración de los hoteles o que construya por sí misma grandes firmas y negocie incluso, directamente, con empresas extranjeras, como mismo sucede en el socialismo chino y vietnamita? es decir, ¿qué tiene de malo que crezca y se expanda la burguesía, si el Estado socialista supuestamente la controlará?

Si miramos a nuestro alrededor vemos que en la esfera pública, por lo general predominan dos posturas bien definidas acerca de cómo construir el socialismo cubano. La primera, y mayoritaria –aunque no por eso bolchevique- es la de aquellos que entienden que el Socialismo cubano será próspero y sostenible, en tanto crezca una burguesía controlada por el Estado. Burguesía que generará empleo y riqueza que un Estado eficaz sabrá ponerla en función de la sociedad. Creen que, con esto, la burocracia perderá también control político y habrá entonces un importante debilitamiento de la censura, a la vez que nacerá un escenario propicio para la expansión de la sociedad civil. Olvidan que China es uno de los mejores ejemplos de una extendida y eficaz censura.

La otra postura acerca de cómo construir el Socialismo se caracteriza por ser algo más que leal al Partido. Nunca lo cuestionan directamente, solo señalan “determinados errores”, siempre dentro de lo permitido y lo orientado. Entienden que, si bien por ahora la burguesía en nuestro país es un mal necesario, el camino Deng Xiaoping-Doi Moi no es el que debe seguir Cuba –y en esto tienen razón-. Pero atacan a los medios de prensa que han nacido con el surgimiento de la burguesía, pensando que esas páginas web, ese periodismo alternativo, esos blogs, son los principales enemigos de la Revolución. Y olvidan que el enemigo de clase es la burguesía. Que sus medios de expresión solamente son un producto de ella, en este caso, un producto indirecto del Estado socialista que parió a la burguesía cubana. Y como a esta conclusión solo se arriba haciendo una crítica directa al Estado, terminan quedándose dentro del campo de la censura: descalificando a estos medios de prensa –aunque en ocasiones no tengan ninguna relación directa con la burguesía-, haciendo silencio total cuando salta a la luz pública otro caso de censura -porque creen, que, por no compartir las ideas del censurado, no tienen nada que opinar y menos a nadie que defender-; y tildando a la mayoría de estos, de ser pagados por el imperialismo.

Piensan además, y lo dicen sinceramente, que ellos forman parte del Estado –aunque algunas veces sí, y de ahí sus conductas-; y piensan ¡aunque parezca increíble! que la sociedad civil es un arma para dividir a la clase trabajadora.

Eso sí: son - siempre cuando no haya algún o alguna oportunista-, honestas y honestos defensores del Socialismo cubano; algo que por desgracia escasea y es muy necesario. Pero, al no querer hacerle ninguna crítica medular al Socialismo cubano, no saben, ni pueden, criticar los principales problemas que ha generado la expansión de la burguesía: una profunda desigualdad y en consecuencia, gentrificación, a la vez que ha tenido un impacto duro en la conciencia de la clase trabajadora, pues se extiende cada vez más la visión de que la nueva burguesía cubana es un modelo de éxito a seguir.

En esencia, este impacto se ha debido a la depauperación crítica de las políticas culturales, dejando a la periferia de la capital, a la mayoría de las ciudades del interior del país y mucho más al campo, a expensas del modelo cultural burgués, que solo exacerba el individualismo, el ánimo de lucro y el deterioro progresivo de la conciencia revolucionaria.

Es una desigualdad donde las -cada vez más escasas- mercancías que necesita la clase trabajadora para tener una vida honrada, terminan casi desapareciendo, porque son consumidas por negocios privados, los cuales, obvio, necesitan un mayor nivel de consumo; y la inflación se dispara, y las colas se alargan. Aún más, cuando la mayor parte de la propiedad privada de este país se concentra en el sector de los servicios, es decir, esta clase burguesa acapara alimentos y productos de aseo para aumentar su capital. Este problema se agudiza por la no existencia de un mercado mayorista eficiente que satisfaga las necesidades de esa clase, porque ahora mismo Cuba no tiene la capacidad productiva para asumir un mercado mayorista. No será, por tanto, la expansión de la propiedad privada lo que nos libre de la escasez.

Vemos de manera general, que hoy en la esfera pública generalmente hay dos tipos de posturas: de un lado, los que quieren menos presencia del Estado en la economía, más sociedad civil y más propiedad privada; del otro: los que quieren más control del Estado, menos sociedad civil y menos propiedad privada.

Marx nos enseñó que la historia de la humanidad es la historia de la lucha de clases, y que esta lucha está dada por el enfrentamiento de la clase trabajadora contra la burguesía. Por eso, Marx es la base de todo nuestro pensamiento. Lenin nos trajo la idea de que mientras el Estado exista, no seremos libres y que seremos libres cuando no haya Estado; Alexandra Kollantai: la emancipación de la clase trabajadora implica la emancipación de la mujer; Rosa Luxemburgo: hay que evitar que la dictadura del proletariado se convierta en dictadura del Partido; Trotski: ese Partido dirigente en un Estado socialista puede traicionar convirtiéndose en burguesía;

Gramsci: el Socialismo también se construye -y se hace necesario- contando con la sociedad civil; el Che Guevara: el deber de todo revolucionario es hacer la Revolución esparciéndola a nivel mundial; Fidel: el marxismo no se puede concebir ni como una iglesia, ni como una doctrina religiosa, ni como un dogma; y a la vez nos demostraba que la completa liberación del ser humano pasa por una completa transformación de la cultura.

Pero todo esto no implica que somos seguidores únicos de una sola de estas figuras revolucionarias: somos exclusivamente comunistas. Como tampoco nos atribuimos que somos los verdaderos herederos de la ideología comunista.

Aunque, aun y explicitando esta posición nuestra, sabemos que siempre habrán mentalidades cerradas, las cuales debido a las propias limitaciones que impone el dogma, no podrán vernos sino como trotskistas, o como castristas, o como neorevolucionarios o como neoleninistas. Pero ninguna de estas calificaciones nos ofenden.

Nuestro enemigo de clase no es ninguna organización política marxista, como insistentemente hacen ver muchos discursos que solo provocan la desunión, una y otra vez, de la clase trabajadora. Discursos que se apoyan en disputas arqueológicas, que muchas veces la militancia no entiende porque y repite de manera acrítica. El enemigo de clase es la burguesía. A pesar de todos los errores que hayan cometido, las organizaciones marxistas revolucionarias tienen en común su lucha contra el capitalismo y por el comunismo. Si es así, estamos con ellas: con todas ellas.

La unidad de la clase trabajadora, respetando siempre la democracia obrera, es la principal herramienta para el triunfo de una revolución a nivel mundial. Lamentamos informarle a algunas organizaciones que hoy es imposible que una sola organización pueda, por encima de todas, hacer triunfar al comunismo. Intentar imponer una organización por encima de la otra en la construcción del poder revolucionario, solo conducirá a la repetición de terribles errores. Solamente la unidad plural de la Revolución logrará hacer triunfar a la Revolución.

Nacemos en medio de un escenario único. Cuando se escriben estas palabras, por primera vez, la economía global se paraliza por una pandemia; al punto de que viviremos la mayor recesión después de la Segunda Guerra Mundial. Mientras, en Estados Unidos las calles se incendian y Cuba regresa a una crisis solo comparada con la crisis de los años noventa del pasado siglo; a la vez que intentan liberar las fuerzas productivas, no precisamente en el sentido de socializarlas.

Es por eso que nace el blog Comunistas. Porque queremos ser una plataforma de expresión y encuentro para las voces que entiendan que, hoy, para la construcción del Socialismo cubano, es necesario:

Más apoyo del Estado a los sectores de la ayuda social, la educación, la cultura, el campo y la salud; más control de la clase trabajadora sobre los medios de producción, menos propiedad privada, menos presencia del Estado en las libertades de expresión y creación, y más desarrollo de la sociedad civil.

Nuestra lucha será también contra el heteropatriarcado, y todo tipo de discriminación racial, étnica, generacional, económica, física y política.

Pero que seamos una plataforma para estas ideas, no implica que seamos reproductores de una sola idea. Por eso, enfocados en estimular el debate necesario y urgente para el enriquecimiento de nuestra sociedad, aceptaremos todo tipo de colaboración, desde Cuba o desde el extranjero. Siempre que estén en el amplio campo de la izquierda, ese nuestro único condicionamiento: las recibiremos y publicaremos. En el bello y deseable caso de que tengamos criterios divergentes, que seguro será en la mayoría de las ocasiones, no solo lo haremos evidente en la típica nota El Consejo Editorial no comparte necesariamente los puntos de vista de este artículo, sino que, la siguiente publicación será nuestra respuesta y el inicio de dos, tres, muchos debates.

Por último, ya en medio de la producción de este blog, recibimos las noticias de la gran rebelión que ha estallado en los Estados Unidos de América. A quienes están en las barricadas, llegue nuestro más profundo apoyo y admiración internacionalista.

Esta será: nuestra línea editorial.

Consejo de Redacción

[1] Piñeiro, Camila. Repensando el socialismo cubano. Propuestas para una economía democrática y cooperativa. Casa Ruth Editorial, La Habana, 2013 p.11