Nunca es tarde para preguntar ¿Qué es el socialismo?


Por Yunier Mena Benavides


Hay ideas usadas por el hombre como el arroz y el trigo, pero muchas de ellas no tienen el poder de hacerle tanto bien como esos extendidos alimentos. Menos, la que sostiene que el comunismo es un ideal inalcanzable. El economista Michael Lebowitz propone, y creo que con razón, lo contrario a esta idea malsana.


En las obras de Michael Lebowitz se da un lúcido encuentro de Marx con la realidad actual. Pasada la experiencia socialista del siglo XX e iniciado ya de manera esperanzadora el nuestro asume como posible y urgente un socialismo del siglo XXI, en La alternativa socialista. El verdadero desarrollo humano lo expone sucinta y claramente. ¿Qué es el socialismo?, se pregunta, y continúa:


«Para muchas personas educadas en los textos del siglo XX, las siguientes tesis lo definen: El socialismo implica reemplazar la propiedad privada de los medios de producción por la propiedad estatal. El socialismo es la primera etapa posterior al capitalismo, y le sucede la etapa superior, el comunismo. La condición para el comunismo es el desarrollo de las fuerzas productivas. El principio de distribución según la contribución de cada uno es el apropiado para el socialismo y para el desarrollo de las fuerzas productivas.»[1]

Portada de "La alternativa socialista: el verdadero desarrollo humano" de Michael Lebowitz


Este economista postula otra respuesta a esa atrevida pregunta. Su respuesta es un resultado investigativo consecuente con el pensamiento del autor de El capital y consecuente, también, con el acontecer histórico. La visión del socialismo y el comunismo entendido como dos etapas es de origen soviético, pero Marx planteaba de modo distinto cómo se desarrollaba la sustitución de un orden de cosas por otro: él tomaba el comunismo por un único sistema orgánico totalmente definido y formado que provenía desde el capitalismo y que por tanto arrastraba una nociva herencia económica y cultural en sus inicios, pero que al consolidarse subordina todos los elementos de la sociedad o genera los elementos ausentes aún para ser totalidad. El comunismo se plantea frente al capitalismo al igual que este, es decir, como un sistema orgánico, como conjunto de partes integrantes que no es fruto de una simple sumatoria sino de una atracción de elementos cuya relación les asigna una renovada ontología.

Portada de "Más allá del Capital. La Economía Política de la clase obrera en Marx" de Michael Lebowitz


Los sistemas orgánicos para llegar a ser plenamente, disputan con las premisas propias del sistema anterior y no son plenamente mientras no crean sus propias premisas y se desarrollan sobre ellas, por lo que el llamado principio de distribución socialista —de cada cual según su capacidad, a cada cual según su trabajo— , señalado por Marx como un defecto, no sirve para darle base a algo nuevo, ya que consiste en un intercambio de equivalentes propio del capitalismo en el cual el individuo recibe de la sociedad en consonancia con la cantidad de trabajo aportada a ella. Así solo se reproduce la desigualdad por diferencia de capacidades y de acceso a los medios de producción a pesar de los intentos estatales de redistribución. La actuación de los trabajadores sometida a este principio respalda en ellos el arraigado interés individual material al funcionar en el seno social como propietarios de su fuerza de trabajo y atomiza la totalidad sistémica comunista.
Portada de "The Contradictions of real Socialism" de Michael Lebowitz




El capitalismo como sistema orgánico se estructura al articular interdependientemente una propiedad privada sobre los medios de producción, una producción dirigida y organizada por encima de los trabajadores y cuyo producto no les pertenece a estos, y una producción que no busca satisfacer las necesidades colectivas de los trabajadores sino sus intereses individuales y los apetitos de ganancia del propietario de los medios de producción.

Los hombres que trabajan y viven en estas condiciones creen que tales condiciones son normales y sanas, o lo que es lo mismo, están de acuerdo con ser explotados, confinados a la desigualdad y subestimados como seres humanos.  El comunismo, que Lebowitz propone nombrar socialismo para que muchas personas no lo confundan con un sistema político autoritario, resultaría de la inversión de las premisas capitalistas. Las bases de la nueva sociedad son lo que Hugo Chávez denominó triángulo elemental del socialismo: Propiedad social de los medios de producción, producción organizada por los trabajadores y satisfacción de necesidades sociales. A los que trabajan pertenece en el socialismo (comunismo) el producto de su trabajo y lo usan para satisfacer sus propias necesidades y así no tienen que vender su fuerza de trabajo por un salario que cubre parcialmente sus necesidades económicas y que no incluye necesidades humanas no económicas como el tiempo libre.



¿Cómo se hace el socialismo una vez que los trabajadores han tomado el poder, ese sistema que no se orienta hacia el crecimiento económico de los bolsillos de unos pocos, sino hacia el desarrollo de las capacidades y la satisfacción de las necesidades de todos como miembros de la sociedad? Los hombres deben transformar las circunstancias y transformarse a sí mismos. El viejo Estado burocrático debe ir depositando el poder en manos de los trabajadores para que estos tomen las decisiones que los afectan a ellos mismos, para que estos produzcan planificando, administrando, dirigiendo, organizando y creciendo intelectual y solidariamente. La producción debe distribuirse de manera directa para satisfacer la demanda, debe colocar su valor de uso sin mercado en manos de quien lo necesita:

«[…] consideremos una alternativa que intente evitar las relaciones mercantiles a través de la creación de un complejo integrado verticalmente que se extienda desde la producción primaria hasta los últimos consumidores. Un complejo que incluya, por ejemplo, la producción de leche, su procesamiento en productos lácteos y queso, la producción de plástico para envasarlos, y un proceso de distribución que tenga por consumidores finales escuelas y hospitales.»[2]

Michael Lebowitz


El socialismo o el comunismo, da igual el nombre, es el capítulo lógico que falta en la historia de la evolución cultural de la humanidad y que de no completarse pone en riesgo su continuidad biológica. Presiento que la economía política y la lucha de clases son parte de la belleza. Aquí he tratado de exponer de forma apretada y llana las ideas defendidas por Lebowitz, y estoy seguro de no haberlo hecho del mejor modo. Sí quisiera que el lector entendiera que se trata de un libro importante, o al menos de un libro de tema importante, sin una sola oración baladí.




[1] Michael Lebowitz: La alternative socialista. El verdadero desarrollo humano, p. 90.
[2] Ibíd., p. 124.