Estalinismo vs. aborto ¿Puede crecer en Cuba un movimiento antiabortista? 2da parte

Contrario a la política de emancipación de la mujer desarrollada por los bolcheviques, el estalinismo impuso nuevamente los códigos de la familia tradicional, un retroceso que se expandió desde la Unión Soviética hacia todos los partidos orientados por Moscú. Este retroceso tuvo entre sus principales consecuencias políticas que millones de personas asocien al machismo y la homofobia como elementos intrínsecos del discurso y la práctica comunista. Sin embargo, las primeras feministas fueron socialistas y el 8 de marzo, Día de la Mujer es una fecha establecida por organizaciones de mujeres asociadas a la Internacional Comunista. La primera parte de “¿Puede crecer en Cuba un movimiento antiabortista?” cubrió el crecimiento del movimiento antiaborto en los Estados Unidos y en Cuba, conectando a ambos con los ataques de la derecha contra los LGBTIQ, los trabajadores y los afrodescendientes. En esta segunda entrega veremos cómo retrocedieron los derechos de la mujer bajo el estalinismo y cómo esto se opone al origen del pensamiento marxista. 

 



por Yurisbel Martínez

En 1884, Federico Engels, describió acertadamente la realidad de la familia bajo el capitalismo, que tristemente se aplica en gran medida a nuestra situación en Cuba. “Dentro de la familia, él [el marido] es el burgués, y la mujer representa al proletariado. ...La familia individual moderna se basa en la esclavitud doméstica abierta o encubierta de la esposa, y la sociedad moderna es una masa compuesta por estas familias individuales como sus moléculas”, escribía Engels en su necesario libro El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado.

Y de esta disposición de la “familia tradicional” se derivan beneficios y ganancias económicas espectaculares. El trabajo doméstico gratuito que realizan diariamente millones de mujeres en Cuba ahorra a nuestros gobernantes millones y millones de pesos que, de otra manera, deberían invertirse en servicios domésticos socializados: lavandería, limpieza, compras, preparación de alimentos, comidas en el lugar de trabajo, cuidado de los niños, etc. En cambio, los “ahorros” [beneficios] se destinan a la construcción de hoteles turísticos de lujo, mientras que la educación y la sanidad pasan cada vez más a un segundo plano.

Adhiriéndose a los principios feministas y socialistas de Engels, los primeros bolcheviques, bajo el mando de Lenin, Trotsky y Alexandra Kollontai, establecieron cocinas comunitarias, brigadas de limpieza y guarderías para las madres para aliviar la carga de las mujeres trabajadoras y campesinas. También legalizaron el aborto y simplificaron el divorcio. Los resultados fueron inmediatos. Millones de mujeres rusas dejaron de estar encadenadas a la cocina y al hogar y, por primera vez, fueron liberadas para dedicarse al arte, la cultura, la política y las carreras.

 

El estalinismo frustra la libertad de las mujeres y su derecho a elegir

En 1936, la Unión Soviética y el PCCC se habían embrutecido y burocratizado bajo Stalin. Encarceló la Revolución y prometió “el socialismo en un solo país” y la “coexistencia pacífica” con el imperialismo. El 26 de junio, para pagar el alto coste del aislamiento, el Comité Ejecutivo Central elegido por Stalin convirtió el aborto en un crimen, hizo el divorcio inasequible para las mujeres trabajadoras y eliminó los servicios domésticos socializados. Las mujeres volvieron a quedar atrapadas en el campo de prisioneros del hogar después de sus turnos de 8 horas en fábricas y granjas. Sin acceso al aborto legal, muchas murieron a manos de curanderos de callejón.

La criminalización del aborto por parte de Stalin fue apoyada por los partidos comunistas del mundo, incluido el Partido Popular Socialista de Cuba, que tuvo una enorme influencia en la política social del actual PCC.

 

Cómo Cuba podría convertirse en un país antiabortista

Aunque el aborto sigue siendo un pilar de la Revolución, podría ser derribado del mismo modo que las empresas privadas, antes despreciadas, son ahora la nueva normalidad. De hecho, ambas cosas están relacionadas. Mientras las masas de jóvenes abandonan la isla y la tasa de reproducción se desploma, los gobernantes no tienen ningún plan para hacer frente a la inminente crisis de la disminución de la población. Las empresas privadas de gran intensidad de mano de obra, muchas de ellas propiedad directa o indirecta de dirigentes del PCC y del ejército, exigen mano de obra barata y abundante para obtener beneficios. En muchos países, esta necesidad se satisface con inmigrantes que escapan de la pobreza. Pero la política de inmigración del PCC se caracteriza por un pensamiento xenófobo y nacionalista.

A las mujeres cubanas ya se les anima económicamente a tener hijos. Pero esto no funciona. Las mujeres cubanas tienen sueños, carreras y esperanzas que las disuaden de convertirse en fabricantes de bebés para el Estado. Pero es fácil imaginar que el Estado recortará los servicios de aborto cuando la escasez de mano de obra se manifieste de forma explosiva, reduciendo efectivamente las opciones para las mujeres cubanas. O, tampoco sería asombroso que, si el ciclón del oscurantismo sigue haciendo estragos en Estados Unidos y los abortos dejan de estar disponibles en el Norte, el Ministerio de Turismo considerara añadir el aborto a su cartera de turismo de salud. Una vez que los abortos se conviertan en un servicio de pago para las mujeres extranjeras en Cuba, se deducirá que las mujeres cubanas también pagarán, como en el pasado. La carga de poblar la isla recaerá principalmente en las mujeres pobres.

A medida que los miembros del PCC gobernante se conviertan cada vez más en propietarios de empresas privadas, sus intereses tenderán intrínsecamente a alinearse con los fundamentalistas y sus homólogos capitalistas en EE.UU. Esta convergencia requiere la imposición de medidas patriarcales para garantizar una herencia ordenada de la riqueza del padre a sus hijos y, a veces, a sus hijas.


¿Qué se puede hacer para salvar el aborto?

Las cubanas y cubanos que nos mantenemos fieles a la visión no realizada de la igualdad socialista tenemos que defender el acceso al aborto como si de ello dependieran nuestras vidas y nuestro futuro. El aborto, el derecho a la integridad corporal, es una reivindicación central marxista y feminista. Así que mantengámonos firmes con nuestras hermanas en peligro en los EE.UU. Llamemos al PCC, UJC, FMC y CTC para enviarles mensajes de apoyo al derecho al aborto. Ese es el tipo de internacionalismo genuino que se necesita en estos tiempos de guerra y reacción. Y la próxima vez que los termostatos* se reúnan públicamente en las ciudades cubanas para condenar el aborto y la igualdad LGBTIQ, enfrentémoslos con una contramanifestación ¡Como es nuestra obligación y derecho!

 

* Los fundamentalistas cristianos en Cuba se describen a sí mismos como “Termostatos, regulando moral y espiritualmente la temperatura de la sociedad civil”.

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Yurisbel Martínez Suárez es trabajadora del sector servicios, defensora del control democrático de los trabajadores, feminista internacionalista socialista y miembro del Comité Editorial de Comunistas Cuba.

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