El juicio contra Alina López: una chispa en el yerbazal seco o cómo la represión construye una rebelión

por Frank García Hernández



Dos años y un día después de las protestas que tuvieron lugar ante el Ministerio de Cultura, la represión contra los intelectuales críticos cubanos ha aumentado al punto de que este 28 de noviembre fue enjuiciada la historiadora Alina Bárbara López. El 27 de noviembre de 2020, la presión de tener a más de cien intelectuales y artistas protestando en las mismas puertas del Ministerio de Cultura, provocó que por primera vez un alto burócrata cubano, saltándose los procedimientos establecidos, se sentara a dialogar con quienes exigían el fin de la censura. En otras ocasiones, las profundas diferencias entre creadores y burócratas se habían derimido según la agenda del ministerio en cuestión. Pero el 27 de noviembre de 2020 los manifestantes que estaban en las puertas del Ministerio de Cultura lograron que un alto funcionario los recibiera en el acto, dentro de la misma institución y sin mediar ninguna excusa burocrática.

En las primeras horas del 28 de noviembre, el viceministro Fernando Rojas aceptaría los reclamos exigidos por quienes representaban a los manifestantes. El mismo 28 por la noche Rojas daba una declaración televisada que tenía una asombrosa impronta aperturista, pero ya el domingo 29 regresaba la censura adornada con las guirnaldas de un patético acto oficialista que dieron en llamar La Tángana. 

Después la censura fue creciendo. El 28 de enero siguiente, en otro intento de protesta frente al Ministerio de Cultura, el ministro golpearía a un joven periodista quien intentaba filmar los sucesos. Es quizá el mejor hecho para describir la relación entre los censores burócratas y la juventud crítica.

De la decepción se pasó a la organización, naciendo la plataforma 27N que agrupaba a intelectuales y artistas de disímiles tendencias políticas, tácitamente encabezados por la artista plástica Tania Bruguera. Aunque el 27N no tuvo un gran impacto, la represión sistemática contra sus representantes llegó al punto de que a sus principales figuras se les prohibiera salir de sus casas. Oficiales de la Seguridad del Estado o policías rasos se apostaban en las afueras de la casas donde vivían los referentes del 27N -casi todas mujeres- y les impedían por la fuerza que salieran a la calle: no importara lo que fueran a hacer. 

Tras la protesta popular del 11 de julio de 2021, parte del 27N se reorganizó en la agrupación Archipiélago, encabezada por el dramaturgo Yunior García. Si el 27N tenía en su núcleo a algunos intelectuales de izquierda, Archipiélago terminó oscilando abiertamente hacia la derecha y la protesta a la cual convocó para el 15 de noviembre de 2021 fue capitalizada por sectores vinculados con Estados Unidos. 

La burocracia dirigente supo aprovechar muy bien la convocatoria de Yunior García, sobredimensionándola, construyendo un enemigo público de magnitudes inexistentes y estableciendo así un estado de opinión donde los manifestantes de Archipiélago podían destruirlo todo en su marcha. De esta manera, empresas y fábricas fueron resguardadas con grupos organizados por el PCC. Incluso, algunas instituciones cerraron sus puertas porque, supuestamente, justo por su calle pasarían los manifestantes, quienes violentamente intentarían tomarla.

El estado de opinión construido justificaría que todo intento de disenso fuera perseguido. Su punto más patético tuvo lugar cuando una ingenua reunión de jóvenes dedicados a hacer memes fue reprimidia, terminando sus participantes en una estación de policía. 

La presión contra los miembros del 27N y Archipiélago fue tal que sus principales figuras terminaron exiliándose. Sin embargo, ni Tania Bruguera, ni Yunior García fueron llevados a juicio. Siguiendo las lógicas represivas de la burocracia dirigente, ambos intelectuales disidentes cumplían todas las reglas para ser procesados ante la ley. Pero la burocracia dirigente fue lo suficientemente hábil para no caer en un juicio contra Tania Bruguera, ni Yunior García pues comprendía que esto les podía resultar más nocivo que perseguirlos, presionarlos y forzarlos al exilio.

Entonces, por qué enjuiciar a la historiadora cubana Alina Bárbara López ¿qué organización dirige Alina? ¿A cuál manifestación ha convocado? 

Alina Bárbara López no dirige ninguna organización y, sin convocar a nadie, ha realizado, prácticamente en soledad, una protesta pacífica en un parque de su ciudad. Las primeras semanas, la protesta de Alina consistía simplemente en ir al parque. Tras ser detenido el escritor Jorge Fernánez Era, Alina llevó un diminuto cartel escrito a mano donde a duras penas se podía leer “Libertad para Jorge”. Esta fue la primera vez que detuvieron a Alina, ejerciéndose el arresto de manera violenta. Después de la detención, Alina anunció que volvería al parque donde realizaba sus protestas solitarias, pero esta vez iría con un cartel en blanco. En el trayecto al parque Alina fue detenida por la policía, construyéndosele en esa ocasión un cargo falso donde se le acusaba de “desobediencia”, por lo cual sería llevada a juicio. Alina continuó yendo al parque, paradójicamente llamado Libertad, a veces acompañada de dos o tres personas, quienes iban sin ninguna otra convocatoria que el solo hecho de apoyar a la perseguida historiadora. 

Han llevado a juicio a Alina López y no juzgaron a Tania Bruguera y Yunior García por tres factores. Primero, la crisis política no había alcanzado los actuales niveles de depauperación: el 27 de noviembre tuvo lugar casi un año antes del 11 de julio, suceso que no solo conmocionaría al país, sino que inició en la clase trabajadora la idea -riesgosa, pero real- de que manifestarse en espacios públicos era posible.  Ante las continuas protestas de diferentes magnitud, la burocracia dirigente no ha cedido, sino que ha aumentado la represión.

Segundo: ya no existe el importante núcleo de intelectuales que estuvieron en torno al 27N, y de cierta manera, estuvieron relacionados con Yunior García. El 27 de noviembre lo encabezó principalmente los cineastas de la Muestra Joven, la cual formaba parte del sistema del Ministerio de Cultura. Además, Tania Brugera tenía un abrumador reconocimiento internacional: enjuiciar a Tania Bruguera significaba llevar a juicio a una de las principales artistas plásticas, no solo de Cuba, sino a nivel mundial. No pocas instituciones de las artes plásticas con prestigio internacional dieron su apoyo explícito a Tania Brugera y el gobierno cubano sabía cuánto podía afectar su imagen el hecho de llevar a juicio a una personalidad con el reconocimiento de Bruguera. Sobre Yunior García pesaba el tácito respaldo de los directores de teatro, apoyo el cual venía desde dentro de las instituciones. A su vez, Yunior García contó con el apoyo directo de altos funcionarios de la Unión Europea. En cambio, cuando la burocracia dirigente cubana ordenó el juicio contra Alina López, sabía que nadie desde dentro de la institución la iba a defender. La mayor parte de los intelectuales críticos cubanos que de cierta manera eran escuchados por el funcionariado del Ministerio de Cultura se encuentran fuera del país; y las instituciones culturales que en algún momento ampararon a los intelectuales críticos hoy son contraladas por carroñeros de la censura. 

Tercero: Alina López no cuenta con el decisivo apoyo internacional que de cierta manera protegió a Tania Bruguera y Yunior García. A pesar de las reuniones que Alina López sostuvo con el comisionado de la Unión Europea, Josep Borrell, este y las instituciones que él representa no se posicionaron decisivamente con la perseguida intelectual cubana. Por su parte, a pesar de la activa solidaridad con Alina López que el trotskismo ha desarrolllado con Alina López, el apoyo de estas organizaciones no fue el suficiente para impactar en el gobierno cubano. 

Sobre Alina pesa que durante años fue la coordinadora del medio de prensa de izquierda La Joven Cuba, el cual siempre ha tenido una postura crítica con el gobierno cubano. La mayoría de los miembros y colaboradores de La Joven Cuba han sufrido un sistemático hostigamiento por parte de las autoridades, el cual ha ido desde el despido hasta detenciones policiales, como fue el caso de Jorge Fernández Era. Aunque a inicios de 2023 Alina anunció su separación voluntaria de LJC para formar su propio proyecto -un medio llamado Cuba por Cuba- para la burocracia dirigente el único cambio hecho por la intelectual fue aumentar su crítica al gobierno: Alina López ya había pasado de ser una intelectual crítica a un opositora intelectual.


Juicio contra una intelectual crítica en medio de una crisis política 

El juicio contra Alina tiene lugar cuando cada vez más se hace evidente que el gobierno cubano vive una indetenible crisis de legitimidad política. El año que siguió al 11 de julio fue una locomotora de pequeñas protestas las cuales sucedían en la periferia de provincias empobrecidas. Estas manifestaciones tuvieron su momento cumbre a inicios de octubre, cuando en todos los municipios de La Habana estallaron manifestaciones, las cuales en su mayoría eran inamovibles cortes de rutas. Al 2023, si bien las protestas no han tenido igual magnitud, lo han atravesado cortes de rutas protagonizados por trabajadores humildes que exigían derechos tan básicos como agua. 

Esto pudiera parecer intrascendente para otros países donde continuamente tienen lugar protestas en las calles, protagonizadas por miles de personas a nivel nacional. Sin embargo, en Cuba, protestar en un espacio público implica el riesgo de ser completamente segregado por el sistema, lo cual puede incluir el despido, la estigmatización social o terminar en juicio -como es el caso de Alina-. 

Bajo los mandatos de Fidel y Raúl la protesta en los espacios públicos era prácticamente inexistente. Si alguien pudiera argumentar que estas además de no estar autorizadas, también eran fuertemente reprimidas, solo se les debe recordar que las largas condenas lanzadas contra decenas de manifestantes del 11J no evitaron las protestas del 2022. La casi inexistencia de la protesta en espacios públicos bajo Fidel y Raúl se debió al amplio respaldo político que ambos dirigentes tuvieron, incluso en los momentos de una crisis económica e ideológica como fueron los años siguientes al desplome de la Unión Soviética.

Pero el actual gobierno cubano, principalmente su presidente, es objeto de burlas y memes cotidianos. Si bien Fidel Castro nunca se libró de chistes políticos, no se le representaba como un mandatario tonto, ignorante o falto de liderazgo. Sin embargo, Díaz-Canel es “carne de memes” donde se le ridiculiza por supuestamente ser tonto, inepto y mediocre. Si a Fidel se le amaba u odiaba, a Díaz-Canel se le desprecia o ridiculiza.

El primer gran indicio de la crisis de legitimidad política del gobierno cubano tuvo lugar en los primeros momentos del 11 de julio. Imitando la actitud de Fidel Castro que fue personalmente a las protestas del 5 de agosto de 1994 -el conocido Maleconazo-, Díaz-Canel intentó dialogar con los manifestantes en la ciudad de San Antonio de los Baños siendo recibido con abucheos, a la vez que le lanzaban botellas plásticas. Horas después, un temeroso y tartamudo Díaz-Canel realizó una rueda de prensa, llamando a “los revolucionarios y comunistas a las calles”. El llamamiento de Díaz-Canel provocó una avalancha de miles de personas en su contra: el anuncio del presidente solo les confirmó que estaban sucediendo protestas callejeras a las cuales querían unirse, pero dudaban que solo fueran rumores. 

Para las mayorías populares, los actuales dirigentes solo son seres comunes que supieron escalar en la cadena alimenticia de la burocracia cubana y se han instaurado sin mayor mérito que haber dicho a sus jefes las palabras correctas en los momentos correctos. Los burócratas que en Cuba encabezan la contrarrevolución restauradora carecen de toda épica y jamás serán vistos por la clase trabajadora cubana con el respeto -a veces desafiante- que las mayorías profesaban a Fidel y sus guerrilleros.


Una vez más: socialismo es libertad

En medio de una crisis política como la que atraviesa Cuba, suprimir cualquiera voz crítica es un minuto más de prolongarse en el poder. Si algún intelectual cubano se siente motivado por alguna razón a ejercer la crítica pública, después del juicio contra Alina López lo pensará un poco más. El juicio contra Alina López marca un terrible precedente en la represión contra la intelectualidad crítica y esto lo saben perfectamente los administradores de la censura.

La burocracia teme que un grupo de intelectuales organizados cumpla el papel que en disímiles ocasiones ha provocado la caída de un régimen autoritario. Desgraciadamente, cuando los Estados neoestalinistas se desplomaron, cayeron hacia la derecha. En todos esos casos, los intelectuales en la lucha contra el estalinismo fueron barridos -si eran socialistas-, coptados -si no tenían mayores pretensiones políticas- o, como fue el sueño realizado de Vaclav Havel, simplemente terminaron formando parte del sistema burgués triunfante -que de nuevo solo tenía el haberse restaurado-. Valiéndose de ello, la burocracia cubana ataca a cuanto intelectual crítico cruza los límites: la censura argumenta que reprime para defender el socialismo y pone como ejemplo fatídico a los Havel y compañía. 

Seríamos muy ingenuos si creyéramos que todos los intelectuales críticos perseguidos por la burocracia cubana son los militantes de una nueva revolución socialista. La mayoría de los representantes de Archipiélago que reclamaban la caída de la burocracia cubana no era precisamente porque pretendían organizar una revolución socialista. En contraste, la mayoría de los intelectuales críticos cubanos solo exigen su derecho a expresarse y no abogan por la caída del sistema. Sin libertad de expresión los intelectuales y artistas se anulan, para terminar siendo marionetas mediocres, repetidoras casi unánimes del discurso oficial. Esto lo tienen bien claro todos los intelectuales y artistas: solamente lo niegan o minimizan los oportunistas aspirantes a censores.

Sin embargo, para la burocracia dirigente cubana prácticamente se le hace imposible eliminar la censura. La crisis política por la cual atraviesa el gobierno cubano ha llegado a un punto en el cual solo con la censura puede demostrar cierto apoyo de los intelectuales. La desaparición de la censura y el cese de la persecución a los medios de prensa privados solo provocará que la burocracia cubana colapse. 

La crisis actual es irreformable y esto lo saben perfectamente los burócratas cubanos. Saben también que la única salvación al sistema que encabezan es la restauración capitalista, algo por lo cual diariamente se esfuerzan. Construir el socialismo y aplicar la democracia socialista es algo que no solo está fuera de los intereses de la burocracia dirigente, sino que también políticamente se les vuelve imposible. Saben que de hacerlo perderán el poder político. Prefieren privatizar los medios de producción en nombre del socialismo que aplicar la democracia socialista para evitar la restauración del capitalismo.

No es posible alcanzar el socialismo sin libertad. Poner por separado libertad y socialismo es no entender que el comunismo es la desaparición no solo de las clases sociales, sino también del Estado. Por tanto, un proyecto de construcción del socialismo que posponga, minimice o limite la libertad de expresión y la democracia socialista en general, terminará inevitablemente yendo hacia el capitalismo -como hasta ahora ha sucedido-.

En Cuba, las mayorías populares no saben quién es Alina López. Los reclamos de la perseguida intelectual cubana tienen más en común con las exigencias ciudadanas de Tania Bruguera y Yunior García que con las mayorías populares reclamando alimentos y medicamentos el 11 de julio. A pesar de ello, el gobierno cubano comete un gravísimo error al llevar a Alina López a juicio. 

Alina López crecerá en visibilidad y ya está generando en torno a ella nuevos seguidores. Como parte de la redada lanzada contra los simpatizantes de Alina López, ayer fue detenido un estudiante universitario prácticamente desconocido: Raymar Aguado, quien no participó del 27N, ni del 11J, pero había hecho público su apoyo a la intelectual perseguida y colaboraba con La Joven Cuba. 

Es casi seguro que Alina López no conduzca una posible rebelión popular, pero si estalla esa rebelión, para importantes sectores Alina será uno de sus referentes políticos; y en buena medida Alina López habrá alcanzado ese rol gracias a la represión lanzada contra ella. Un gobierno políticamente hábil ignora a una adulta mayor que cada cierto tiempo protesta en un soleado parque provinciano. Un gobierno que ve tambalearse su legitimidad política intenta acallar burdamente cualquier disenso dentro del consenso fallido.  

“El juicio concluyó”, anunció hace pocas horas Alina en su perfil de Facebook: “fui considerada culpable de un delito de desobediencia (...) y (...) apelaré a instancia provincial”.

El juicio contra Alina López cae como una chispa en el yerbazal seco.