El mito de la defensa de la patria y del pacifismo

Ya hemos visto que en una guerra imperialista ninguna de las grandes potencias "se defiende", sino que todas atacan. El espejo de la defensa nacional era simplemente un engaño que tenían los dirigentes para cubrir su traición.

(…) En realidad, ¿Qué es la patria? ¿Qué se entiende bajo este término? ¿Una agrupación de hombres que hablan la misma lengua? ¿O una nación? Ninguna de las dos cosas. Tomemos a Rusia por ejemplo. Cuando la burguesía se jactaba de defender la patria no pensaba en un territorio poblado por una sola nación, no; pensaba en el territorio de toda Rusia, habitado por varios pueblos. ¿Qué se trataba entonces de defender? No otra cosa sino el poder estatal de la burguesía y de los latifundistas rusos.

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Debemos, por tanto, preguntarnos si tiene verdaderamente la clase obrera una patria bajo el dominio del capital. En este asunto, Marx se expresó terminantemente en el Manifiesto Comunista: “Los obreros no tienen patria”. ¿Por qué? Por la sencilla razón de que bajo el capitalismo no disponen de ningún poder, puesto que todo el poder se halla en manos de la burguesía y porque en la sociedad capitalista el Estado no es más que un medio de opresión de la clase obrera. La clase obrera tiene el deber de destruir y no de defender el Estado de la burguesía. El proletariado tendrá patria cuando haya conquistado el poder del Estado y sea dueño del país. Sólo entonces el proletariado tendrá la obligación de defender su patria, porque al hacerlo defenderá en realidad su propio poder y su propia causa, y no el poder de sus enemigos y la causa de sus opresores.

Esto que hemos dicho la burguesía lo comprende perfectamente, y lo vamos a demostrar con los siguientes hechos.

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Llama en nombre de la patria a todos los ciudadanos para que le defiendan el poder burgués y condena por alta traición a los que no lo hacen, pero no siente ningún escrúpulo si se trata de combatir la patria proletaria.

El proletariado debe aprender de la burguesía. Debe destruir la patria burguesa y no defenderla ni contribuir a su engrandecimiento. Pero en cambio tiene el deber de defender su patria proletaria hasta derramar la última gota de su sangre.

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Otro medio de engañar y desviar a las masas, además del citado de la defensa burguesa, era el llamado pacifismo. ¿Qué entendemos bajo este término? La concepción utópica de que ya en la sociedad capitalista, sin revoluciones y sin insurrecciones del proletariado, pueda instaurarse el reino de la paz sobre la tierra.

Bastaría establecer Tribunales arbitrales, abolir la diplomacia secreta, realizar el desarme —limitando los armamentos al principio—, etc., etc., para que todo anduviese a maravilla. El error fundamental del pacifismo es el de creer que la burguesía pueda jamás aceptar cosas de este género, como el desarme, etc. Es cosa perfectamente absurda querer predicar el desarme en la época del imperialismo y de la guerra civil. La burguesía continuará armándose, a pesar de los piadosos deseos de los pacifistas. Si el proletario desarma o no se arma se expondrá sencillamente a ser aniquilado. En esto precisamente consiste el engaño de las ideas pacifistas, cuya finalidad es apartar a la clase obrera de la lucha armada por el comunismo.

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Los viejos partidos socialistas, en casi todos los países se dividen en tres corrientes: los traidores desvergonzados, pero sinceros, o socialpatriotas; los traidores inconfesos, o centristas, y, por último, los que siguieron fieles al socialismo. De este último grupo surgieron más tarde los partidos comunistas.

Se mostraron como socialpatriotas, es decir, como predicadores de odio de naciones bajo la bandera del socialismo, como colaboradores de la política de bandidaje de los Estados burgueses y esparcidores del engaño de la defensa nacional, los jefes de casi todos los antiguos partidos socialistas.

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Todos ellos eran partidarios de la «defensa» de la patria burguesa. Algunos de ellos se mostraron abiertamente como colaboradores de una política de rapiña, declarándose favorables a las anexiones de territorios extranjeros, a las indemnizaciones de guerra y a la conquista de colonias (socialimperialistas).

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Los socialpatriotas (u oportunistas) se convirtieron en enemigos declarados de la clase proletaria. En la gran revolución mundial combaten en las filas de los blancos contra los rojos, en estrecha amistad con militaristas, capitalistas y latifundistas. Es innegable que el proletariado debe llevar contra ellos, como contra la burguesía, de quien son instrumentos, una lucha sin cuartel.

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Al iniciarse la guerra, toda esa gente, de acuerdo con los socialpatriotas, estaban por la defensa nacional y contra la revolución. Kautsky escribía entonces que la cosa más terrible era «la invasión enemiga», y que sólo después de la guerra se podría volver a empezar la lucha contra la burguesía. En tiempo de guerra, la Internacional, según Kautsky, no tenía nada que hacer. Después de la «conclusión de la paz» el señor Kautsky, al ver que todo estaba destruido, dijo que no era el caso de pensar en el socialismo. En resumen: durante la guerra no hay que luchar, porque la lucha no tendría objeto y conviene dejarla para el tiempo de la paz; pero, por otra parte, tampoco en tiempo de paz se debe luchar, porque hace falta reconstruir lo que la guerra ha destruido. La teoría de Kautsky es, como se ve, la filosofía del nulismo y de la impotencia absoluta que adormece y paraliza las energías del proletariado.

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Marx y Engels opinaban que no estaba bien que un partido del proletariado revolucionario se llamara “socialdemocracia”. El término “democracia” denota una determinada forma estatal. Como ya hemos dicho antes, en la sociedad futura no existirá ninguna forma de Estado. En cambio, en el período de transición debe imperar la dictadura del proletariado. Los traidores de la clase obrera no consiguen superar la república burguesa, mientras que nosotros nos movemos en dirección a la realización del comunismo.

Evgueni Preobazhenski y Nikolai Bujarin. Fragmentos del libro El ABC del comunismo correspondientes al capítulo La II y la III Internacional.

No es casual que poco antes de invadir UcraniaPutin lanzara ataques contra Lenin y desatase una ola de arrestos contra militantes del Partido Comunista de la Federación Rusa (PCFR). Los bolcheviques demostraron que los tiempos de guerra son propicios para comenzar una Revolución y por tanto Putin entendió la urgencia de demeritar a Lenin y desarticular el PCFR; organización política la cual arrastra a casi el 20% del electorado. Ejemplo del peligro bolchevique son estos fragmentos -que acabamos de reproducir- del libro El ABC del comunismo, publicado en 1919 por Evgueni Preobazhenski y Nikolai Bujarin, ambos líderes de la Revolución de Octubre. Sirva esta publicación para que, desde el marxismo revolucionario, se comprenda por qué la clase trabajadora no debe apoyar ni al imperialismo ruso, ni al Gobierno ultraderechista ucraniano. Zelenski intenta venderse como defensor del pueblo, cuando en realidad está, como mismo él lo dice, defendiendo al Estado ucraniano, o sea, el Estado capitalista.